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En Sardina no todos están contentos

En Sardina no todos están contentos

Este es el segundo verano que la avenida de Sardina de Gáldar está cerrada al tráfico rodado –entre las 12.00 y las 20 horas–. Gracias a esta y otras acciones el Ayuntamiento ha logrado para la playa la primera Bandera Azul en la historia del municipio norteño. Pero en Sardina, no todos están contentos.

Jueves, 1 de enero 1970

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Para acceder con vehículo a motor en la avenida de Sardina hay que contar con un pase que lo autorice, una tarjeta que abre la barrera instalada por el Ayuntamiento de Gáldar. El consistorio ha dispuesto unas 100 tarjetas, repartidas entre vecinos de la zona y empresarios, sobre todo. Pero la medida no gusta a todos por igual. Víctor Díaz, propietario de la terraza El Ancla, es uno de los más descontentos, aunque asegura que hay muchos como él, residentes, buceadores y empresarios. Dice que desde que los coches no pueden entrar «me ha bajado la clientela un 50% o más». Y no duda al decir que si esto sigue así tendrá que reducir plantilla.

«El Ayuntamiento solicitó la Bandera Azul y cerró el verano pasado dos mes y medio la carretera, acondicionando todo» para lograr el distintivo. Recuerda Díaz que «no podía pasar nadie, ni los discapacitados; luego pusieron un vigilante y se entraba según su criterio». Pasado un año, se lamenta de que «han vuelto a cerrar» sin facilitar la entrada a los posibles clientes de los establecimientos de la zona y de los visitantes en general. Apunta que «a nosotros nos dijeron que iban a poner un tren para que entrara gente, o algo similar», pero nada se sabe de ese proyecto.

El panorama, dice Víctor Díaz, es desolador. «Llevamos un mes y algo con la carretera cerrada, son 900 metros, en cuesta pronunciada, los discapacitados no pueden entrar, las personas mayores tampoco» y la clientela, «bajando en picado». Sabe Víctor Díaz que desde el Ayuntamiento de Gáldar «dicen que todo está perfecto aquí, que estamos contentos es lo que ellos dicen, pero aquí no estamos todos felices y contentos. Hay muchos afectados, me ha bajado la clientela un 50%, estamos mirándonos unos a otro todo el día. Tengo 6 trabajadores. Mi local es el ultimo que está en la avenida, una terracita de madera que lleva aquí 22 años. Con la crisis estábamos mal, luego remontamos; el verano es lo nuestro, pero si no se puede entrar en coche, no hay clientela».

Un desierto

Dice Víctor Díaz, del bar El Ancla, que claro que no es lo mismo tener el negocio al principio de la avenida que al final, como lo tiene él. Pero en todo caso, el cierre de la avenida de Sardina «perjudicada a mucha gente». «Los proveedores tienen que entrar antes de las 12 y si no, entrar con carretilla, pero es que hay mucha pendiente». Se queja de que el Ayuntamiento «no consultó con nosotros. Primero cerraron sábados y domingos, vale. Luego todos los días, y ahora la barrera. Me dejaron solo prácticamente aquí». Porque, asegura, «esto está desierto, ya no están viniendo ni los buceadores».

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