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Canarias7 / Las Palmas de Gran Caanria
Jueves, 1 de enero 1970
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Con un recuerdo «a todos aquellos vecinos y vecinas que han padecido las consecuencias de esta pandemia que, a todos los niveles, ha marcado un antes y un después» comenzó anoche el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, el discurso con el que puso el cierre en el auditorio Alfredo Kraus al acto institucional de entrega de Honores y Distinciones que organiza cada año la ciudad en la víspera de la fecha de su fundación, el 24 de junio de 1478.
Sin embargo, este 542 aniversario no es uno más y, como apuntó el regidor capitalino «será recordado por el esfuerzo de una sociedad por cicatrizar sus heridas tras la crisis sanitaria; por cauterizar el presente con un nuevo e ilusionante horizonte. En definitiva, una ciudad que vuelve a vibrar en sus calles, en cada rincón y enclave con el placer y el aroma de lo cotidiano».
Hidalgo se refirió en su intervención al hecho de que la ciudad, «generación tras generación, conservó siempre en su memoria las epidemias que han afectado a su sociedad. Muchas fueron enfermedades infecciosas, contagios de muy diversa naturaleza que hicieron sufrir y diezmaron en más de una ocasión a la población». Y realizó un breve recorrido por los episodios de este tipo que le ha tocado vivir a la urbe desde «las primeras epidemias llegaron a esta capital con la peste en 1512 y 1528; las del tabardillo, el sarampión, la fiebre amarilla, el cólera, e incluso las hambrunas», a lo largo de los siglos XVII al XIX; la epidemia de la Fiebre amarilla, a comienzos del XIX; la gran epidemia del cólera morbo, en 1851: o ya en pleno siglo XX, la denominada gripe española.
Hidalgo dijo que «la historia de las epidemias que desgrana nuestra ciudad nos ha dejado, a lo largo de los siglos, episodios duros de digerir, pero también un sinfín de relatos colectivos ponderando el comportamiento de aquellos pobladores. Una lección de vida constante, de inexorable superación, solidaridad y colaboración que han quedado sellados en nuestra tradición oral».
Añadió que «ahora nos ha tocado vivir un nuevo episodio, pero gracias a la encomiable labor de la ciudadanía, estos nuevos renglones nos han permitido describir una realidad de la que podemos sentirnos infinitamente orgullosos».
Reconoció que el acto de este martes «será, posiblemente, el más especial y diferente que hayamos podido vivir, a consecuencia de la huella que ha dejado tras de sí el coronavirus».
Por ello, expuso, «en este año atípico, singular, complejo pero revelador, hemos tomado una de las decisiones más hermosas que, como alcalde de la ciudad, he podido contar desde este escenario», que no es otra que la de conceder en esta edición «los honores a todos y cada uno de los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria. A cada vecino y vecina sin excepción. Una medalla de oro colectiva, de inmitigable valor que pone de relieve la actitud ejemplar de nuestra sociedad para frenar el avance de esta pandemia».
Hidalgo rindió tributo a los habitantes de una urbe que «desde el desembarco de Juan Rejón» en la Bahía de Las Isletas «no ha dejado «de construir su identidad día a día».
El alcalde indicó que «tras el confinamiento, las puertas de la ciudad vuelven a abrirse a nuevos retos, cargados de pluralidad, desarrollo y modernidad, sin perder las señas de su pasado e identidad» y aseguró que «la recuperación de nuestra ciudad es toda una realidad».
Asimismo, destacó el trabajo desarrollado por los sanitarios y por «todos aquellos héroes que han estado luchando tanto en primera línea como en la trinchera». Y recordó las figuras de Joaquín Galarza Rehues, Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna y Salvador Fábregas Gil, «los tres Hijos Predilectos que han fallecido en este 2020».
El primer edil dijo que «es momento de desprendernos de nuestros miedos», pues como decía Pérez Galdós: «El miedo es la forma de nuestra subordinación a las leyes físicas».
Agregó que «la ciudad ha destilado, a lo largo de su existencia, su esfuerzo constante y su resiliencia» y «ha pasado por tiempos intensos y cambiantes, pero siempre reveladores y trascendentales. Una constante refundación de la ciudad, fraguada al amparo de la solidaridad y del espíritu de colaboración de una sociedad que siempre ha sabido responder en los momentos difíciles y críticos».
Hidalgo concluyó dando las gracias a la ciudadanía «por hacer posible un nuevo horizonte en esta gran ciudad».
La intervención del alcalde estuvo precedida por la de Lluis Serra Majem, catedrático de la ULPGC y especialista en medicina preventiva y salud pública, que intervino en su calidad de vecino de la capital representando a una población que fue premiada con una Medalla de Oro que recogió Isabel Hernández Rodríguez, enfermera del SCS.
Serra también eligió a Galdós y abrió su discurso con la una cita en la que la aludía «a la tercera gran oleada de cólera» que encontró el escritor en Madrid 1865: «Muchos enfermos, a quienes una regular asistencia habría salvado, han perecido en espantosa soledad, y rotos los lazos de la familia, el pánico ha separado el padre del hijo y el hermano del hermano. El comercio español sufre una crisis de las más graves, y su paralización es tal que hace muchos años que no se ha visto otra semejante».
Añadió que «con estas palabras, que reflejan perfectamente la pandemia que hemos vivido, quiero hacer un pequeño tributo al insigne escritor» que «me sirven para introducir las dimensiones sanitaria, social y económica de lo vivido estos últimos meses» Algo que acometió a continuación.
Así, expuso que «al principio tuvimos miedo; mucho miedo. Luego ese mismo miedo fue mitigándose y transformándose en un robusto empoderamiento, conforme conocíamos la nueva realidad del confinamiento y nuestra influencia colectiva en la pandemia. Y «por primera vez, en épocas recientes, hemos demostrado que solo el pueblo salva al pueblo».
Dijo que «esta pandemia ha sido un reto científico y sanitario» y «económico». Recalcó la necesidad de «invertir en salud pública» y en personal y dijo que «en esta Medalla de Oro se refleja, en primer lugar, un agradecimiento muy especial a los servicios sanitarios», sin olvidar otros trabajadores esenciales.
Serra llamó a no «bajar la guardia», porque «la batalla contra este virus aún no la hemos ganado».
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