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R. Setién
Madrid
Sábado, 16 de abril 2022, 13:36
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Con una estatura de 1,94 metros, Pablo Urdangarin no tiene mucho margen para que sus piernas pasen desapercibidas. Así que sus largas extremidades, o más bien su ausencia, se convirtieron rápidamente en las protagonistas de la fotografía que atestigua la visita familiar que sus dos hijas y cinco de sus nietos han hecho esta semana al rey emérito en Abu Dabi. ¿Efecto óptico, retoque negligente o directamente un burdo montaje? Sea como fuere, el entorno de don Juan Carlos se vio obligado horas después a difundir una segunda imagen para neutralizar las especulaciones y, de paso, devolver al joven jugador de balonmano sus dos zancas.
La fotografía de la discordia fue difundida el Viernes Santo a través de la agencia Europa Press para acreditar tanto la visita como el estado de salud del anterior jefe del Estado, al que se ve más delgado que en anteriores ocasiones y apoyado sobre una muleta que agarra con la mano derecha. Hasta Emiratos Árabes Unidos viajó la infanta Elena junto a su hija Victoria Federica, y la infanta Cristina con sus cuatro vástagos: Juan, Pablo, Miguel e Irene. El principal ausente en la imagen es Froilán, que siempre ha tenido una relación muy estrecha con su abuelo por parte materna.
En esta ocasión, es su hermana Victoria Federica, cuyo calzado de distintos colores no se ha pasado por alto, quien más cariñosa se muestra con don Juan Carlos al abrazarlo por el cuello. Pero el detalle más sorprendente de la instantánea se encuentra detrás de ella, donde se sitúa su primo Pablo, ya célebre por la templanza que demostró ante los medios cuando se destapó la relación de su padre con una compañera de trabajo. Donde deberían apreciarse las piernas del joven, sólo se ve el suelo, como si éste estuviera levitando.
Las redes sociales, siempre ojo avizor, detectaron rápidamente el detalle y mostraron su máxima preocupación por las piernas del prometedor deportista. Ante el revuelo, el entorno del exmonarca salió al paso de los rumores y envió una segunda fotografía, realizada en la misma localización y con parecida disposición de los figurantes, en la que Pablo, esta vez sí, cuenta con todas sus extremidades. En esta segunda imagen, el hijo de Cristina e Iñaki luce unos pantalones largos de color beige y unas alpargatas azules que para nada se intuían en la primera de las versiones.
Montaje o no, tampoco sería la primera vez que la Familia Real recurriera a este tipo de técnicas informáticas. Ya lo hizo en la clásica felicitación navideña de 2005, en la que los retoques resultaron tan evidentes que a Zarzuela no le quedó otra que admitirlo sin remilgos. Juan Carlos y Sofía aparecían en un salón del palacio acompañados de sus siete nietos −todos excepto la infanta Sofía, que nacería dos años mas tarde−, algunos de ellos sacados de imágenes publicadas con anterioridad. La Casa del Rey acabó reconociendo que se había manipulado la instantánea, aunque se escudó en que no había intención de engaño sino una mera incompatibilidad de agendas para reunir a todos los protagonistas. «Se decidió realizar un montaje, pero no por ello disminuye el cariño de los Reyes» hacia quienes recibían la felicitación, se alegó.
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