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Enrique y Ana se van a comer con familiares y amigos de la joven en Almería tras pasar el díaen alta mar. EP
Un divorcio astifino

Un divorcio astifino

Enrique Ponce insiste en exhibir su desatada pasión por Ana Soria y a Paloma Cuevas se le agota la paciencia

arantza furundarena

Sábado, 1 de agosto 2020, 20:45

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Dios nos libre de la peste, del hambre y de la guerra, imploraban en la Edad Media... Y de un marido de mediana edad locamente encaprichado de una veinteañera, podría añadir Paloma Cuevas, condenada a vivir un verano más negro que la peste por culpa del omnipresente exhibicionismo de Enrique Ponce y Ana Soria, cuya desatada pasión ilustra cada semana las páginas más efervescentes de las revistas del corazón. Y si solo fuera eso... Pero todavía hay más. Mientras se prodiga con Ana, el torero ha decidido eliminar a Paloma borrando con obsesión estalinista todas las fotos de su Instagram en las que aparecía su imagen.

Ponce, que ayer toreó en Osuna, celebra hoy el 30 aniversario de su alternativa. Será en la plaza de tercera categoría de Navas de San Juan (Jaén), a las siete de la tarde, y ante cuatro toros de su propia ganadería. «Corrida de Enrique Ponce en directo y en 'streaming'», anuncia su página web. Dicho así suena atrayente... La pregunta es si estará presente Ana Soria o si la estudiante, a sus 21 años, preferirá ver la faena por internet, algo perfectamente posible gracias a un 'link' en el que se puede comprar un acceso por 6,78 euros.

Pases en el ciberespacio

Pues sí que se ha modernizado este hombre, pensará a estas horas la afición... Y es que Ponce, a sus 48, no solo se maneja como un veinteañero en las redes, sino que ahora también pega pases en el ciberespacio.

Sin embargo, hay cosas que permanecen donde estaban. En la página web del diestro de Chiva (ahora mismo, como una cabra) todavía reina Paloma Cuevas. «Su apoyo es el más grande que he tenido en todos estos años. Ella ha vivido intensamente el sufrimiento que conlleva ser mujer de torero. Siempre ha estado ahí. Y no es fácil».

Así se expresaba el diestro antes de que se le cruzara una almeriense (rubia, con hechuras de maniquí) y le diera una voltereta a su matrimonio, enviándolo a la enfermería... Un matrimonio que el año que viene habría cumplido las bodas de plata. Porque cuando Enrique y Paloma se casaron, Ana Soria ni siquiera había nacido. Lo malo es que al sufrimiento de Cuevas como mujer de torero se une ahora su tormento como esposa de un marido escandalosamente infiel... «Abro el manual de 'La crisis de los 50' y el índice te describe», podría decirle Paloma a Ponce, inspirada en lo que le suelta a Ricardo Darín su exmujer en 'El hijo de la novia'. Madre de dos niñas de doce y ocho años, la siempre impecable, perfecta, casi envasada al vacío Paloma Cuevas podría ahora romper el molde para plantarle cara al torero.

Está en juego un patrimonio que incluye imponentes fincas y florecientes negocios ganaderos, agrícolas e inmobiliarios. Y a Paloma, según ha declarado su entorno, con tanto exhibicionismo adolescente de Ponce, se le ha agotado la paciencia. El diestro torea hoy toros de su ganadería, pero muy pronto podría encontrarse con un divorcio astifino, más difícil de lidiar que un Victorino 'avisao'.

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