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Loreto Gutiérrez / Madrid
Viernes, 17 de julio 2020, 02:42
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Jesús Torroba, jefe de mantenimiento de Spanair cuando hace ahora diez años tuvo lugar el accidente en el aeropuerto de Barajas que costó la vida a 154 personas y dejó heridas a otras 18, aseguró ayer ante la comisión de investigación del Congreso que la revisión del avión siniestrado el 20 de agosto de 2008, solicitada por el comandante de la nave antes de despegar, no se llevó a cabo bajo presión ni con límite de tiempo alguno.
Fue, de hecho, la única afirmación concreta que Torroba realizó durante su escueta comparecencia en la Cámara Baja -la más corta de las que han tenido lugar hasta ahora-, puesto que a la mayoría de las preguntas de los portavoces parlamentarios sobre aspectos técnicos o de seguridad se limitó a contestar que no tenía respuesta, dado que su responsabilidad era, según dijo, prácticamente de tipo administrativo, con funciones en la organización de los turnos de trabajo de los técnicos de mantenimiento aeronáutico (TMA) en la base de Spanair en Madrid.
«Los técnicos no reciben presiones por parte de nadie, ni las revisiones se hacen con un tiempo establecido», aseguró, «si hay una incidencia se revisa, y cuando los TMA consideren que está terminado, está terminado», aunque puntualizó que es el piloto quien tiene la última palabra para decidir si el avión «sale o no sale».
Frente a la duda planteada por algunos portavoces sobre la posibilidad de que en la revisión del vuelo JK5022 prevaleciera el criterio de impedir prejuicios operativos -evitar retrasos- por encima de resolver la avería, el entonces jefe de mantenimiento de Spanair insistió en que las compañías no interfieren en la labor de los TMA. «Les puedo asegurar que los técnicos no reciben instrucciones de ese tipo», expuso, «en los años que yo estuve en Spanair ningún jefe ejerció presión sobre mí ni yo la ejercí sobre nadie, se respetaba al cien por cien el trabajo», concluyó.
Torroba, que recordó que el juez levantó su imputación en el caso del JK5022 al entender que no tuvo responsabilidad alguna en el accidente, considera que los protocolos de seguridad que Spanair aplicaba a sus aeronaves eran «adecuados» a la normativa vigente, y recordó que de haberse producido alguna anomalía se hubiera detectado porque la compañía se sometía a auditorías tanto internas como de las autoridades aeronáuticas.
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