Hablemos de presiones
El director de CANARIAS7 desgrana los acontecimientos que acompañaron a la petición de cese del presidente del Consejo Rector de RTVC, Santiago Negrín, formulada en julio pasado por el PSOE canario, y el papel jugado por Socater y el periódico El Día en las presiones para orientar la adjudicación del concurso de los informativos.
Los que están legitimados por las urnas para hablar sobre un asunto de gestión pública reciben la orden de callar -léase los diputados del PSOE canario-, mientras que los que deberían callar porque son rehenes de su pasado, sus intereses de presente y sus aspiraciones de futuro son los que hablan y denuncian supuestas presiones de terceros, cuando eso es en realidad lo que están haciendo. Así se está escribiendo la historia en torno al salto al precipicio de Santiago Negrín, su equipo y sus padrinos.
Lo bueno de todo esto es que, así como existen las videotecas para recordar qué dijo Dolores Corujo en el Parlamento de Canarias, también están las hemerotecas. Rescatemos de ella lo publicado hace un mes por este periódico en un editorial: «Los lectores de CANARIAS7 son testigos desde el momento de la entrada de la empresa editora en Videoreport Canarias de que hemos contado sin medias tintas esa participación accionarial en la compañía que se presentó en su día al concurso para los informativos del canal autonómico y lo ganó en buena lid. Tan en buena lid que así lo avaló el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en sentencia del año 2016 ante un recurso del anterior adjudicatario: Sociedad Canaria de Televisión Regional (Socater). Haber ganado aquel concurso no nos hizo deudores del poder político de turno y de nuevo los lectores han sido testigos de ello (...) Otros son los que deben explicar a sus lectores, oyentes y espectadores quién apadrinó el nombramiento de Santiago Negrín; cuál es la relación de accionistas de Socater; cuáles fueron sus beneficios cuando administró a su antojo todos los contenidos de Televisión Canaria; quién asesoró a Negrín en la confección del pliego; quién le dio la orden de desafiar al Parlamento; quiénes utilizan sus columnas de opinión, sus páginas de información y sus devaluados altares radiofónicos para desacreditar a quienes, ya sea dentro de RTVC o fuera, se atreven a cuestionar el pensamiento único que pretende imponer el sector dominante en CC, y quiénes están inspirando, e incluso redactando, desde despachos del poder político algunas de las publicaciones de estas semanas y a cambio de qué compensaciones».
Así las cosas, mientras algunos hablamos sin reparo, y también sin pudor, del nexo entre Videoreport Canarias y este periódico, otros se lanzan a degüello contra los diputados que se atreven a pensar por sí mismos -léase Partido Popular, Podemos y Nueva Canarias-, pero lo hacen sin enseñar las cartas marcadas que llevan en la manga. Cartas marcadas como las de un abogado contratado a dedo por Santiago Negrín para rehacer deprisa y corriendo el pliego y que ha trabajado para la Cadena SER y Socater; cartas marcadas como las de un equipo directivo de RTVC elegido desde Presidencia del Gobierno y que ejecuta las órdenes que salen del búnker de la sede presidencial en la capital grancanaria; cartas marcadas como las del periódico El Día, que ahora olvida todo lo que escribió en su día José Rodríguez (qepd) y se abraza a la Cadena SER que tanto criticó aquel porque su directora -Lourdes Santana- no defendía a Tenerife.
Ayer, cuando los diputados socialistas recibieron el mensaje telefónico que les instaba a volverse muditos, algunos se preguntaron por los intereses que se ocultan tras esa orden. Las quinielas señalan directamente a Ángel Víctor Torres, Sebastián Franquis y Dolores Corujo como los instigadores de la orden de silencio bajo pena de no volver a aparecer en las listas electorales. Y de ser apartados en el grupo parlamentario, como a los niños que antes se mandaba a un rincón, a la vista de toda la clase, con los brazos en cruz y cuatro libros en cada mano extendida.
Se ve que ahora lo que quieren entre CC y el nuevo PSOE es un socialismo mudo, ciego y a ser posible sordo. Incluso amnésico. Un partido comparsa que mire para otro lado o que simplemente no abra los ojos mientras las presiones se mueven un día en las tertulias o las cartas editoriales de la SER; otro en las informaciones sin firma de algunos periódicos; al siguiente desde columnistas interesados que cuentan con el mismo altar radiofónico o que saben ponerse bajo El foco del programa más caro de la etapa de Santiago Negrín, y últimamente también al dictado de El Día, convertido de repente en aliado por aquello de que la necesidad hace virtud.
Así las cosas, pues hablemos sin tapujos. Que unos dicen no sé qué historia de presiones sobre el PP, pues otros pondremos nombres y apellidos a las idas y venidas de socios de Socater entre la Avenida Marítima, Presidencia del Gobierno y la cadena con sede en el edificio Mapfre de la capital grancanaria. Que unos tiran la piedra y esconden la mano con no sé qué invento de los sebadales -¡cuán poca originalidad!-, pues otros retrataremos al colega moreno que dirige los Contenidos -o mejor hablamos de insultos, manipulaciones y presiones- en la calle Buenos Aires de la capital chicharrera.
Si ese es el juego, jugaremos, pero a la luz, que la transparencia es propia de sociedad adultas. ¡Ah!, y solo un matiz: el 21 de julio, cuando Santiago Negrín ocultó al Parlamento un informe que revelaba a qué jugaba, cuando también se lo escondió al Consejo Rector y cuando la mayoría parlamentaria le instó a dimitir bajo el aviso de que promovería su cese, el concurso de informativos no se había convocado. Y no sabíamos lo que después descubrimos. Otros entonces callaban, seguramente porque eran sabedores -en cuanto partícipes- de las veces que el sastre iba a tomar medidas para el traje que se estaba confeccionando. De entonces para acá, los actores somos los mismos más uno: Ángel Víctor Torres. Y unos seguimos dando la cara y otros a lo suyo.
