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La violencia se esparce en África y alimenta problemas estructurales como la pobreza, la corrupción y la inestabilidad de territorios donde las instituciones no pueden garantizar ni el bienestar de su población ni el control de sus fronteras. Es en este contexto donde se mueven los grupos terroristas del Sahel (región que abarca desde Senegal hasta Sudán) pero ninguno de ellos es candidato a emigrar a Europa.
Así lo ha reconocido Beatriz Mesa, investigadora y profesora de la Universidad Gastón Berger de Senegal, quien apunta dos matices: «los jóvenes enrolados ya tienen un oficio, una alternativa a sus vidas y un propósito, por lo que no tienen intención de embarcarse; por otro lado, hablamos de grupos que no pertenecen a las etnias que viajan». Explica Mesa que quienes trabajan en las filas de la violencia política son principalmente tuaregs y árabes del norte de Mali, ya que el grueso del terrorismo se encuentra, precisamente, entre la frontera de este país con Níger y Burkina Faso, y no hay constancia histórica de que estas etnias se hayan configurado en flujos que se desplazan de manera clandestina. «Lo que pasa es que en Canarias se vincula porque reciben muchos malienses que son del sur. Hacer una amalgama así es tan peligroso como absurdo, como decir que cualquier marroquí que veamos por la calle es un potencial miembro de Daesh», añade.
En este sentido, los datos del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) tampoco avalan el vínculo con la inmigración. Si bien hasta finales de octubre Canarias ha experimentado un crecimiento del 44,3%, con la entrada irregular de más de 16.800 personas, las operaciones policiales antiyihadistas llevadas a cabo por las fuerzas y cuerpos de seguridad españolas han sido en total 20 y se han saldado con 35 detenidos, dos de ellos en la isla de Tenerife.
«Los que escapan son las víctimas», sentencia Jesús Nuñez, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH). «En términos generales, es evidente que el estallido de la violencia provoca flujos de población que tratan de huir porque, si no, sufrirán las consecuencias. Una situación que, por otro lado, alimentan las fuerzas armadas de esos países». A su juicio, a menudo se junta la ignorancia con la intención de transmitir una visión sesgada de lo que pasa en el continente, y se percibe como amenaza en lugar de como una oportunidad. Una opinión que José Segura, director de Casa África, completa al señalar que si bien Occidente ha hecho algunos intentos de estrechar lazos con los africanos, estos no han sido suficientes, ya que «quieren un trato de partenariado, de tú a tú», en lugar de repetir los patrones heredados del colonialismo.
Ambos coinciden en la falta de voluntad política por parte de la Unión Europea para ofrecer soluciones con carácter multidimensional. Ni Segura ni Nuñez descartan el empleo de instrumentos militares para garantizar la seguridad, aunque el director del IECAH reconoce que no es la solución al problema que plantea el yihadismo. «La aproximación tradicional ha sido securitaria, pero este solo es un enfoque. En los últimos años, es cierto que África ha ido ganando importancia en la agenda exterior española, pero un país solo no tiene peso. Hay que plantear un enfoque comunitario y a largo plazo», añade el experto.
Por otro lado, el desconocimiento de lo que sucede en los países vecinos genera el caldo de cultivo de los temores europeos. En este sentido, Beatriz Mesa asegura que conviene distinguir, también, entre las dinámicas terroristas del Sahel -que responden a factores locales relacionados con la economía, el crimen organizado y la representación identitaria- de las que se dan en Oriente Medio, que sí responden a extremismos religiosos. «Se trata de distintos focos que responden a contextos geográficos diferentes, aunque se federe la misma ideología islamista -insiste-Cuando ahondas ves que es más complejo: la conversión de un joven al radicalismo es un parámetro que no existe en el Sahel».
Para combatir esas carencias de conocimiento, Casa África se propone transmitir su historia, cultura y política, y ya en diciembre planean un nuevo encuentro a petición de la embajadora especial de la UE en el Sahel para intercambiar información y buscar posiciones comunes.
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