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Luces de Transición

Nuevos tiempos corren para el últimamente inestable Festival Internacional de Música de Canarias, que tantos fastos acogió a lo largo de sus ya 34 años de vida.

Arturo Reverter / Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 8 de enero 2018, 10:46

La situación económica general y la de la autonomía isleña en particular han venido determinando un evidente declive, una insuficiencia del presupuesto y unas nada positivas vacilaciones a la hora de marcar un norte y un camino de recuperación. Tras la brusca defenestración hace dos años de Candelaria Rodríguez y la etapa provisional de Nino Díaz, se abre una nueva ventana para que entre aire fresco y renovador. Será Jorge Perdigón, músico, tenor y artista, responsable desde hace algún tiempo del Festival de la Palma, quien, tras su reciente nombramiento, trate de reconducir la situación.

De momento hereda una programación diseñada ya en su mayor parte y que se centra en la visita de tres notables conjuntos orquestales y en la actuación de las dos grandes formaciones de las islas. Mencionemos en primer lugar, dado su rango e historia, a la Orquesta Filarmónica de Munich, que durante tantos años vivió bajo la batuta esclarecedora del gran Sergiu Celibidache, desaparecido en 1996. Hoy colabora con ella, como lo hace con otras falanges, el sorprendente y meteórico director granadino Pablo Heras-Casado (40 años), que cerrará la muestra los días 15 (Fuerteventura), 16 (Gran Canaria) y 17 (Tenerife) con un programa la mar de atractivo: Sinfonía nº 50 de Haydn (casi una rareza), Concierto para piano nº 3 de Bartók, con el inefable Javier Perianes al teclado, que aquí se enfrenta a unos pentagramas en los que las armonías esquinadas y los ritmos quebrados se apartan un tanto de los menos angulosos que suele frecuentar, y la Sinfonía nº 7 de Dvorák, una pieza de gran formato en donde se condensa todo el mundo de la naturaleza, de los ritmos y de las danzas bohemias y en la que por otra parte se revela la influencia de la música de Brahms.

Iván el Terrible

Volvemos al inicio del festival, que se abre el en lo sinfónico el 12 de este mes con la presentación de la Orquesta Filarmónica de Novosibirsk, poco conocida por estos andurriales y que coloca en atriles el oratorio Iván el Terrible de Prokofiev, arreglo de la banda sonora compuesta para la película dirigida en 1945 por Eisenstein. En este extenso fresco musical –una hora y cuarto, aproximadamente–, conducido siempre por la voz del recitador, a veces narrador de los hechos, a veces intérprete del propio zar (y que requiere un actor de primer orden), encontramos una sucesión de 25 números que tienen perfecta viabilidad sin las imágenes. Ese actor será en esta ocasión el acreditado y versátil José Coronado, que estará acompañado de la mezzo Polina Shamaeva y del barítono Alexey Zelenkov. El coro será el de la Orquesta Nacional, que gobierna Miguel Ángel García Cañamero, y la batuta que habrá de conjuntar y sentar los cimientos del gran edificio la del asturiano César Álvarez, un cuarentón que reside en Rusia desde hace lustros y que se ha revelado, también en algunas actuaciones en España, como un capaz concertador. Las citas son asimismo en Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife.

La tercera agrupación foránea es la Orquesta de Cámara de Viena, que en este caso aparece al mando del joven director y solista concertino Dalibor Karvay con un programa curioso: Pequeña Suite para cuerda de Nielsen, Concierto para clave nº 1 en re menor BWV 1052 de Bach, en su transcripción para piano, con el artista de la tierra Iván Martín, la Sonata para violín nº1 en sol menor BWV del mismo compositor –exhibición del concertino– y Concierto para violín Distant Light del letón Pëteris Vasks, una extensa partitura de delicado trazo alumbrada por esporádicos fogonazos, buena piedra de toque para un violinista (Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Palma).

Las orquestas de casa actúan a mediados y últimos de enero. La Sinfónica de Tenerife, con otro asturiano, Guillermo García Calvo al frente, cuenta con el pianista ruso Alexei Volodín, buen digitador, animoso intérprete, para el siempre bien recibido por el respetable Concierto nº 2 de Rachmaninov en una sesión que comienza con la fulgurante obertura de Russlan y Ludmila de Glinka y que concluye con las caleidoscópicas Danzas sinfónicas de West Side Story de Bernstein –se cumplen cien años de su nacimiento–. Los conciertos son en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote.

La Filarmónica de Gran Canaria por su parte, con su flamante nuevo titular, Karel Mark Chichon, al frente, repasa, con el estupendo y ya veterano Pinchas Zukerman, el Concierto para violín de Beethoven y ofrece dos obras tan brillantes como Don Juan de Strauss y Capricho Español de Rimski-Korsakov. Abre la velada con el estreno absoluto de Campos del Sur, «para orquesta clásica a 2 con timbales», obra encargada al isleño Víctor Landeira, que no hace mucho presentó otra composición de cámara, Estrela, un homenaje al desaparecido musicólogo Lothar Siemens. Los conciertos serán en Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura.

Pasemos a la música de cámara o de más pequeño estuche. El mismo día de apertura del certamen, el 11 de enero, en Lanzarote, el notable sexteto noruego Nordic Voices ofrece, bajo el epígrafe Everything’s gonna be alright... (proveniente de un tema de Bob Marley), un concierto muy contrastado con partituras de Thoresen, Bryars, Havroy, Ratkje, Gabrieli y Marenzio –también en La Palma, El Hierro y La Gomera–.

En las mismas sedes está programado el Ensemble Praeteritum, que tocarán dos Quintetos magistrales para cuerda y clarinete, el de Mozart y el de Weber. Al instrumento de madera, Eduardo Raimundo.

El Cuarteto Klengel, constituido por cuatro chelistas de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria –estaba incluida en un principio la hija del excoordinador del Festival, Nino Díaz, que finalmente ha sido sustituida–, aborda un muy variado, divulgativo y bastante heterogéneo programa en el que aparecen tres obras firmadas por Julius Klengel, chelista alemán que fuera solista de la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig (1859-1933) y que da nombre al grupo. A su lado otras signadas por Bach, Couperin, Setaccioli, Brahms, Chaikovski, Gardel, Gil, Johann Strauss y Joplin (tocan en todas las islas, menos en Gan Canaria y Tenerife).

Tal y como está planificada, la escueta programación, no exenta, según se ha visto, de atractivos, obliga al viajero a trasladarse de una isla a otra si desea concatenar al menos dos de los conciertos. Los más importantes están situados en el tiempo bastante alejados los unos de los otros.

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