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Machine Gun Kelly como Tommy Lee, Douglas Booth como Nikki Sixx, Daniel Webber como Vince Neil y Iwan Rheon como Mick Mars en 'The Dirt'.
'The Dirt': unos Mötley Crüe domesticados

'The Dirt': unos Mötley Crüe domesticados

Netflix estrena una descafeinada adaptación del libro de memorias de la banda 'Trapos sucios', que despliega una sonrojante colección de clichés sobre el mundo del rock

BORJA CRESPO

Viernes, 29 de marzo 2019

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Un ser humano puede dejar de llevar pantalones ajustados, muñequeras de pinchos y chupas vaqueras con tachuelas, pero toda persona que ha sido heavy en algún momento de su existencia, sigue siéndolo por dentro. Si te gusta el rock en general, y la música heavy en particular, es de obligada lectura el libro 'Trapos sucios', publicado por Es Pop Ediciones en nuestro mercado. Sus páginas recogen las tropelías de los miembros de Mötley Crüe, la banda de glam metal que arrasó en los años 80 en EE UU con canciones como 'Girls Girls Girls' o 'Smokin' In The Boys Room', convirtiéndose en un fenómeno seguido por cientos de miles de fans por todo el mundo.

Sexo, drogas y rock and roll a flor de piel. La manida máxima relacionada con la figura del rockstar, ahora sustituida por los youtubers, se ve reflejada en un volumen indispensable que recoge anécdotas impagables, algunas entrañables, otras patéticas o repugnantes. Alcohol, groupies, actrices porno, gamberradas, politoxicomanía, accidentes, adicciones, muerte… Nikki Sixx, Tommy Lee, Mick Mars y Vince Neil, componentes del grupo musical, narran la historia, con el apoyo de compañeros de fatigas como John Corabi, ex representantes y ejecutivos discográficos. Pone orden al aluvión de información, a ratos delirante (cada cual es libre de creerse o no, al 100%, las hazañas pintureras), el reconocido periodista y escritor Neil Strauss, crítico en el 'New York Times' y responsable de 'Todos te quieren cuando estás muerto', recopilación de entrevistas con algunas de las más grandes celebridades de la música y el show business.

«Una historia de hombres malvados contada por ellos mismos», escribía Joe Levy en la revista 'Rolling Stone' sobre 'Trapos sucios'. «Armados con lápiz de ojos, guitarras y jeringuillas, los chicos de Mötley Crüe consiguieron todo cuanto deseaban… y luego lo echaron a perder». «La autobiografía más pervertida, sincera y divertida que se ha escrito jamás sobre un grupo de rock», exclamaba Lino Portela en el añorado suplemento de tendencias 'El País de las Tentaciones0. Habitaciones de hotel arrasadas, luchas intestinales, peleas con otros artistas, orgías interminables, huesos rotos, caras desencajadas, egos desbocados, conciertos orgásmicos y algún temazo.

Con semejante materia prima, el salto de los chicos malos del papel al medio audiovisual prometía, pero 'The Dirt', título original del libro, no ha convencido a los más eruditos, pero sí a los neófitos, desplegando un arsenal de clichés sobre el mundo del rock sonrojante. Estrenada directamente en Netflix el pasado viernes, está dirigida por Jeff Tremaine, mente detrás de la cámara en las peripecias de 'Jackass', donde un puñado de colegas se hacían mil perrerías, adelantándose a los populares challenges de YouTube, en plan kamikaze y con un punto masoquista. A pesar de esta línea destroyer en el currículum, la esperada adaptación de una de las grandes biblias de las biografías musicales, plagada de excesos, es bastante más complaciente que el texto original. Un biopic con los propios protagonistas como productores ejecutivos no puede sorprender. Ahí queda también 'Bohemian Rhapsody'.

'Trapos sucios' es un retrato mordaz que describe la progresiva decadencia de la banda con algunos pasajes muy crudos, mientras el filme estrenado en streaming esgrime cierto tono de comedia irritante que se acerca más a 'Detroit Rock City' aka 'Cero en conducta', comedia americana de finales de los años 90 que narra las aventuras de una pandilla de adolescentes que quieren asistir a un concierto de Kiss. 'The Dirt' se antoja infantil por momentos y carga las tintas en secuencias que buscan la sonrisa del espectador, como el encuentro de Mötley Crüe con Ozzy Osbourne, una anécdota demencial en el libro –el famoso cantante esnifa una fila de hormigas, entre otras lindezas- que en el filme se convierte en un espectáculo irrisorio, lejos de la inquietud que despiertan en general los párrafos de origen, alejados de la mera caricatura de algunos hechos increíbles, probablemente fruto una fusión entre realidad y ficción.

Tachada de vulgar, artificial y tontorrona por un sector de los fans fatales del grupo, si algo deja claro el proyecto apadrinado por Netflix es que no hay interés alguno en contar la parte creativa de la banda, interesa más su lado payaso, que no excéntrico, la rebeldía de pandereta. Además, ¿cómo es posible que se monten unos decorados tan grandilocuentes, emulando los conciertos reales, para enseñarlos fugazmente mientras los tatuajes no duran sin borrarse en la piel de los actores entre plano y plano? ¿Por qué no se aprovecha más la espectacularidad de los shows y el funcionamiento interno del conjunto a la hora de parir canciones? La narración de la caída de Nikki Sixx, líder del clan, en las fauces de la heroína, tampoco acompaña. Las soluciones dramáticas son repetitivas, con aires de telefilme (la muerte de la hija de Vince, ejem). Son algunos ejemplos de la falta de garra de una propuesta que eleva 'Bohemian Rhapsody'. Quizás no estaba tan mal la hagiografía de Queen, aquí se echa en falta el karaoke total. Los suyo es revisionar 'This is Spinal Tap'. ¿Algo positivo? El esfuerzo actoral, con ansias de mimetismo, aunque las rupturas de la cuarta pared, mirando a cámara, no ayudan. El guión es la base endeble de la farsa.

Por cierto, 'The Dirt' puede completar un programa doble con 'Lords of Chaos', apuesta vista en Sitges 2018, aún no estrenada en salas. También está basada en un libro de cabecera, editado igualmente por Es Pop por estos pagos bajo el título 'Señores del Caos', un estudio fundamental del periodismo cultural reciente que explora al detalle la historia del black metal noruego, especialmente su lado oscuro. La versión cinematográfica es asimismo inferior al papel (qué poco gusta decir esto). Ambas películas comparten el tono de comedia babosa a medio gas. ¿Los rockeros van al infierno? ¿En serio?

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