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Creada por Scott Z. Burns, responsable del guion de 'Contagio', el largometraje al que todos los periodistas recurrieron cuando la pandemia lo puso todo patas arriba, 'Un futuro desafiante' -'Extrapolations' es su mucho más sugerente título en inglés- tiene también cierto aire profético. Su tema es, ni más ni menos, el cambio climático y sus consecuencias en un futuro no muy lejano, a través de ocho episodios que desarrollan ocho historias distintas pero interrelacionadas entre sí por sus personajes o sus tramas.
La nueva serie de Apple TV+ comenzó a desplegarse en la plataforma el pasado viernes colocando los tres primeros capítulos de la propuesta sobre la mesa, así que es posible hacerse ya una idea de la calidad de una ficción ambiciosa y que llega con un elenco cargado de estrellas, entre los que se puede encontrar a Meryl Streep, Matthew Rhys, Forest Whitaker, Marion Cotillard, Sienna Miller, Tobey Maguire, Kit Harington, David Schwimmer, Judd Hirsch o Edward Norton.
Es precisamente su primer episodio el más complejo de la producción por la cantidad de elementos que debe introducir para que el espectador entre de lleno en la historia. Estamos en el año 2037 y la COP42 se está celebrando en Tel Aviv. Mucho ha llovido desde la cumbre celebrada en París en el año 2015, que se zanjó con la advertencia de que si la temperatura del planeta se elevaba a lo largo de un un siglo más de un grado y medio las consecuencias iban a ser devastadoras. Ahora los países se están planteando llegar e incluso superar los dos grados, mientras miles de manifestantes marchan por las calles de sus ciudades exigiendo que se pare el desastre.
Pronto se nos presenta a los cuatro personajes que forman parte de este primer episodio. Marshall, un joven que acaba de ser nombrado rabino y planea quedarse en Israel, pese a la insistencia de su padre de marcharse con ellos a Miami; Junior, un empresario sin remordimientos que no duda en seguir enriqueciéndose a costa de las penurias de los demás y que planea construir un casino en el ártico; Becca una naturalista embarazada que acaba de quedarse atrapada en un bosque en llamas, y Nick Bilton, el hombre más rico del mundo, una suerte de Elon Musk propietario de Alpha, con patentes que podrían llevar agua a las regiones más necesitadas.
Apoyándose en imágenes de catástrofes reales y elaborando otras mediante efectos especiales diseñados por ordenador, la serie, con una buena factura, plantea un futuro estremecedor donde, en realidad, los retos siguen siendo los mismos que tenemos en la actualidad solo que multiplicados por las consecuencias ya visibles del cambio climático: las sequías, los incendios, las hambrunas y las crisis migratorias se suceden mientras las naciones intentan ponerse de acuerdo en los pasos a seguir -Francia exige un compromiso para no alcanzar los dos grados, Argelia y Palestina piden a cambio agua- y las corporaciones sacan provecho de la delicada situación. Es un capítulo complejo por la cantidad de tramas que se entrelazan, que apunta al capitalismo y a los empresarios sin escrúpulos, como principales culpables, pero que peca también de maniqueo, con unos villanos unidimensionales.
Pero la ficción mejora en sus siguientes dos episodios, cuando desarrolla historias más concretas. El segundo se ambienta diez años más tarde y está centrado en la figura de Becca, que se ha convertido en archivista de Menagerie2100, una compañía de tecnología genómica que se ha impuesto la misión de salvar a animales y plantas de la extinción. Guardarán su ADN para, en un futuro, poder devolverlas a la vida. El pequeño de Becca, Ezra, nació con Corazón de Verano una de las múltiples enfermedades que surgieron a raíz del cambio climático y que le obligan a permanecer casi siempre a resguardo del sol del exterior.
Mientras cuida de su hijo, Becca trabaja con una ballena jorobada que podría ser la única que queda sobre la faz de la Tierra y está doblada por Meryl Streep -sí, en 2046 los humanos han conseguido comunicarse con otras especies-. '2046: el fin de las ballenas', que es como se llama el capítulo, es una fábula fantástica que habla de lo peligrosa que es la especie humana cuando se cree por encima de las demás, de la falta de ética en sus acciones, y que invita a no volver a cometer los errores del pasado, mientras lanza un rotundo alegato a favor de la preservación de las especies.
El tercero se ambienta un año después, en 2047, y retoma el personaje del rabino Marshall, que finalmente se ha mudado a una Miami semihundida a causa del incremento de las aguas provocado por el deshielo de los glaciares. Su sinagoga es uno de los edificios que necesita fondos del Departamento de Mitigación del Nivel del Mar para que no acabe abandonado a causa de las inundaciones. Marshall hará lo imposible para que el inmueble sea reparado, pero la irrupción en su vida de Alana, una joven activista, hija de un constructor que se está haciendo de oro con las casas que está levantando para los ricos en las zonas más elevadas y a punto de celebrar su Bar Mitzvah, le llevará a cuestionarse su propia fe y le pondrá en más de un aprieto.
Tiene 'Un futuro desafiante' un aroma como de 'Black Mirror' climático, aunque en esta ocasión las tecnologías que presenta -unas ventanas que ocultan el terror que se vive en el exterior con paisajes paradisíacos, unas gafas que permiten mantener conversaciones telefónicas o el dispositivo que interpreta el sonido de las ballenas- no resultan tan vitales a la hora de desarrollar su narración. Menos ambiciosa en su dirección, aunque con algún que otro momento onírico muy disfrutable -ese momento musical es muy divertido-, la ficción busca remover conciencias y poner en alerta al espectador. Sería bueno que calara hondo.
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