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Protagonistas de 'Los Anillos del Poder'. BEN ROTHSTEIN
El señor de los anillos en Amazon Prime Video | Crítica de los episodios 1 y 2 de 'Los Anillos del Poder': Todos contra Sauron

Crítica de los episodios 1 y 2 de 'Los Anillos del Poder': Todos contra Sauron

El inicio de la serie más esperada del año, que ha estrenado Amazon, asienta las bases de una epopeya que muestra un alto nivel de producción y carga las tintas en los personajes y sus emociones

Viernes, 2 de septiembre 2022

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«Nada es malvado al principio» es la frase contundente con la cual se inicia el primer capítulo de 'El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder', el mayor evento audiovisual, que no cinematográfico, de nuestros días. Las elocuentes palabras, que resumen lo que está por venir, son pronunciadas por una voz en off que pertenece a Galadriel, uno de los personajes centrales de una aventura épica que empieza con buen pie, cocinándose en un delicioso fuego lento que apela a las emociones y augura una historia donde el peso de las batallas es indudable, pero también importan, y mucho, los protagonistas y sus sentimientos. Esta entrega inicial asienta las bases de un relato coral que vuelve a trasladarnos como público entregado a la Tierra Media. La calma precede a la tempestad en un viaje que maneja bien los mecanismos de la nostalgia y respeta con mimo el legado de Tolkien. El enfrentamiento entre la luz y la oscuridad es obvio, con lo cual el interés real viene por otros derroteros, los sensitivos, mostrando un poderío visual sin precedentes para una producción que se estrena directamente en televisión.

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La secuencia que abre 'Los Anillos de Poder' presenta a Galadriel en su niñez, donde pierde el candor mientras juega con un grupo de niños. La pequeña elfa inmortal construye un bello barco de papel que es hundido a pedradas por sus compañeros en su travesía por el río. Es un golpe de atención, un ataque a la inocencia. ¿Por qué el barco no se hunde y la piedra sí? Contestar a esta pregunta se convierte en la obsesión de la protagonista, cuya meta durante lustros es vengar la muerte de su hermano en manos de Sauron. Un ente oscuro que ya nos suena de algo a quienes disfrutamos con la prosa de Tolkien o devoramos en su día las películas de Peter Jackson, esa sagrada trilogía que fue empañada por la tediosa traslación a imagen real de 'El Hobbit', rodada con cierta desidia por el máximo responsable de 'Mal gusto'. La serie impulsada por Amazon Studios, que ha tirado la casa por la ventana, permite al espectador completista olvidarse del fiasco de Bilbo y compañía. Volvemos a la Tierra Media y lo hacemos siglos antes de que Frodo consiguiera destruir el famoso anillo. Ahora toca saber cómo se forjó el famoso objeto dorado y porqué. La guerra contra Morgoth terminó y la paz reina, aparentemente, allí donde los ojos pueden ver.

Galadriel, en una imagen de la serie. RC

Galadriel guerrera

Galadriel es la punta de lanza de 'Los Anillos de Poder', cuyo primer episodio dedica su tiempo a describirlos diferentes los reinos y sus habitantes. El rol de la elfa guerrera responde a un momento actual donde el empoderamiento femenino es tan evidente como necesario. No hay artificios en la creación del personaje, cautivador desde el primer minuto gracias a la interpretación de Morfydd Clark, a quien pudimos ver en la curiosa cinta de terror 'Saint Maud'. El personaje se presenta con varios momentos icónicos, en una retahíla de escenas muy cuidadas estéticamente. Vestida de un blanco impoluto posa apesadumbrada frente a una montaña de yelmos de soldados muertos. Acabaron con la amenaza de los orcos, pero quizás todo sea un espejismo. Como comandante del ejército, se empeña en explorar terrenos inhóspitos en busca de la huella de un hechicero oscuro, un tal Sauron, cuya muerte no está del todo clara. Se muestra valerosa, obstinada y con madera de líder. Rebelde con causa, no se fía de las apariencias, lo que le lleva a desobedecer algunas reglas y es tachada de arrogante por sus propios compañeros de armas de orejas picudas. Sus dotes para el combate quedan claras al acabar a golpe de espada con un enorme troll de las nieves que no logra ni despeinarla. Su manejo del acero es excepcional. La secuencia está bien resuelta, con unos efectos visuales que cortan de cuajo las primeras sensaciones sobre el CGI al ver los avances de la serie en Internet.

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Los paisajes majestuosos se suceden, el nivel de producción es alto, repitiendo la riqueza de Nueva Zelanda como escenario, donde Jackson y su equipo sentaron cátedra. A los mandos de este doble episodio de estreno está el cineasta catalán J. A. Bayona, cuyo manejo de las emociones casa perfectamente con las necesidades del inicio de la saga. Marca el tono de la aventura, rindiéndose a la magia del cine en la presentación de los pelosos, la tribu que toma el relevo de los hobbits en la batalla entre el bien y el mal. Entrañables andrajosos, despeinados, sucios y pizpiretos, su notable algarabía puede cortarse de cuajo ante el advenimiento de la oscuridad. Sin duda, van a dar mucho juego, al igual que el elfo encarnado por Ismael Cruz Córdova ('The Undoing'), la respuesta al mítico Legolas, con su arco a cuestas. Su amor por una humana abre las puertas al romanticismo grueso, léase culebrón, inevitable si se quiere enganchar al gran público.

Imagen del segundo episodio de la serie de Amazon. RC

Luz frente a oscuridad

Los elfos llevan años sin ver un miserable orco, pero Galadriel no es capaz de deponer las armas y olvidarse del lado oscuro. Hace bien, porque el barco flota, sí, siempre y cuando no le tiren piedras para hundirlo irremediablemente. Cuando la intrépida elfa está en pantalla se nota un especial cuidado en el encuadre. En paralelo a su periplo, un ser vivo cae del cielo en el territorio de los pelosos, que irrumpen siempre en escena en clave de comedia (y fantasía). Aparentemente, es un hombre desnudo, misterioso, con pinta de náufrago (¿quién será?). Los pequeños habitantes del lugar ayudan al desconocido, sin saber que está abriéndose la caja de Pandora. Su mundo feliz parece tener los días contados.

El segundo capítulo de 'Los Anillos de Poder' muestra por fin la cabecera, con música emblemática del gran Howard Shore. El diseño recuerda a 'Juego de Tronos'. Congratula ver en los créditos a J. A. Bayona y Belén Atienza en la producción ejecutiva. Desde la época de los cortometrajes del director de 'Lo imposible', van juntos de la mano, creciendo como profesionales hasta el infinito y más allá. La partitura de Bear McCreary, nombre habitual en el cine de género, acompaña bien lo que acontece. Cabe subrayar la buena elección de un luminoso casting que marca a conciencia el carácter de los personajes. La narración avanza con calma, sin prisa pero sin pausa, acelerándose a medida que las sombras acechan. La oscuridad va a apoderándose del relato. Entramos, por momentos, en una película de terror (ojo a la aparición del primer orco). Estamos ya dentro, observando con intriga cómo la Tierra Media se pudre desde sus cimientos.

La bella ciudad de Erigion, reino de los herreros elfos, embriaga los sentidos. Mientras, los enanos trabajan cerca en las minas, se plantea una alianza para forjar algo nunca visto. Hagan sus apuestas. «Donde hay amor no existe la oscuridad», comenta otro de los personajes principales de la acción, cuyo nombre es mejor no mencionar para no acabar con toda sorpresa (frenamos los spoilers). La frase contiene la esencia de la serie, su motor narrativo. Las piezas están moviéndose en el tablero. La partida no ha hecho más que empezar y la curiosidad se apodera al máximo de quien se acerca sin prejuicios a una de las series del año y quizás de la década.

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