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Han tomado las ciudades y cambiado su fisonomía. Acostumbran a moverse en manada y emiten un sonido inconfundible cuando arrastran sus maletas por empedrados milenarios. Son los turistas, que en el caso de Venecia constituyen el 70% de su economía. Los desmanes y excesos del turismo de masas en la ciudad italiana provocaron la amenaza de la Unesco de incluirla en la lista negra de patrimonio amenazado. El Gobierno de Mario Draghi no tuvo más remedio que aprobar una histórica ley por la que los cruceros no podrán volver a pasar por delante de la plaza de San Marcos. Venecia ya es tan solo un escenario sin vecinos, presa de la especulación inmobiliaria, en el que se les despluma a los visitantes que no son «de mordi e fuggi» (muerde y huye), esos que se traen el bocadillo del barco. En su 1.600 cumpleaños, Venecia ya no ofrece servicios para sus residentes, solo puestos de souvenirs y locales de comida rápida. El paradigma de la belleza no es un lugar para vivir, sino un parque de atracciones.
'Veneciafrenia' plantea una lógica solución para acabar con esta lacra: asesinar a los turistas que vagan por San Marcos y el puente de Rialto. El decimoquinto largometraje de ficción de Álex de la Iglesia, que llega este viernes a los cines tras pasar por Sitges el año pasado, arranca con una pareja de guiris extasiados ante las fachadas que se asoman al Gran Canal, y en cuyos comentarios tópicos y superficiales podemos reconocernos todos. Hasta que, de pronto, un bufón de cuero rojo sanguinolento se los carga ante el aplauso de otros turistas, que creen asistir a una representación. Unos sugerentes títulos de credito con aroma a 'pulp' dan paso al primer largometraje de 'The Fear Collection', el sello cinematográfico creado por la productora del realizador bilbaíno y su mujer Carolina Bang, Pokeepsie Films, Sony y Amazon Prime Video.
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Rigoletto, el bufón asesino, volverá a aparecer para recibir al grupito de españoles que llega a la laguna a vivir unos días de juerga. En realidad hubieran preferido viajar a la Venecia de Las Vegas, pero salía más caro. No vienen a ver el Palacio Ducal, sino a celebrar una despedida de soltera y hacerse selfies con una polla en la cabeza. Al salir del barco, se dan de bruces con la hostilidad local en forma de pancartas: 'Fuori grandi navi' (fuera grandes barcos). Ingrid García-Jonsson, Silvia Alonso, Goize Blanco, Nicolás Illoro y Alberto Bang dan vida (es un decir) a esta pandilla a los que seguramente De la Iglesia quiere dibujar así de descerebrados. También los protagonistas de 'Hostel', de Eli Roth, estaban de gira por Europa para pasárselo bien. El director quizá quiera ponernos un espejo delante, porque también nosotros somos turistas. El problema es que nunca llegan a tener una entidad como personajes, así que en cuanto empiezan a caer víctimas del bufón nos da absolutamente igual.
Los cinco amigos escritos por Álex de la Iglesia y su habitual guionista, Jorge Guerricaechevarría, buscan emociones fuertes, como hacemos todos cuando viajamos. 'Veneciafrenia' transcurre en pleno carnaval, con lugareños y visitantes disfrazados de personajes de la 'commedia dell'Arte'. Estamos en víspera de una cumbre y las autoridades andan nerviosas. El autor de 'El día de la Bestia' quiere sumergirnos en un mundo amenazante y perverso, en el que los protagonistas siempre se siente observados y juzgados, pero se ve incapaz de atrapar la fascinación decadente de Venecia. Aquí no aparece la melancolía del decrépito Gustav von Aschenbach bebiendo los vientos por el bello Tadzio en 'Muerte en Venecia', a los sones del 'Adagietto' de Mahler. Tampoco el hálito fantástico de 'Amenaza en la sombra', de Nicholas Roeg, aquella historia de una pareja que se enfrentaba a la pérdida de su hija en la ciudad de los canales.
'Veneciafrenia' aparece así como la película menos interesante de su autor, un 'slasher' con contados momentos sangrientos (solo hay una escena decididamente gore), sin el humor habitual marca de la casa, con el tradicional atropello narrativo de algunos de sus últimos trabajos y con un final anticlimático que deja todavía peor sabor de boca. Un apunte demuestra agudeza: cuando el bufón degüella a una turista, la multitud que les rodea se cree que están ante un espectáculo y sigue grabando con sus móviles, la máscara que hoy nos interponemos entre nosotros y la realidad. Piensan que son actores, porque en Venecia todo está al servicio del turista. Es una muestra de por dónde podían haber ido los tiros en este gran guiñol que no asusta, con un solvente diseño de producción y una eficaz partitura de Roque Baños, acompañados de un puñado de buenos actores italianos -Cosimo Fusco, Enrico Lo Verso y Armando di Razza, el inolvidable profesor Cavan de 'El día de la Bestia'- metidos a grupúsculo 'terrorista' en defensa de la esencia de Venecia.
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