Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Paco Plaza (Valencia, 1973) fabrica pesadillas como la saga 'REC' o 'Verónica' con el oficio que proporciona disfrutar desde niño como espectador del cine de terror. Tras esa compleja fábula moral con formato de thriller y el paisaje del narco gallego de fondo que era 'Quien a hierro mata', Plaza regresa con 'La abuela', una cinta con guion de Carlos Vermut que se presentó en el pasado Festival de San Sebastián y que tras múltiples retrasos llega a las salas el próximo 28 de enero.
Su noveno largometraje nos avisa desde sus primeros compases que va a abordar el tiempo y sus estragos. Los relojes detenidos son el leit motiv visual de esta historia sobre la vejez como demonio, en la que una modelo (Almudena Amor) se ve obligada a abandonar apresuradamente los ambientes fashion de París para volver a Madrid a ocuparse de la abuela que la crió, víctima de un derrame cerebral (la brasileña Vera Valdez, favorita de Coco Chanel y musa de Avedon en su juventud). El filme aspira a dos Goyas y es una de las grandes esperanzas del cine español para devolver al público a las salas este año.
-¿Ha hecho una película sobre el síndrome del cuidador quemado?
-No, para mí el enfoque es otro. 'La abuela' habla de la vejez como un demonio. Yo le dije a Carlos Vermut: imagínate una peli de posesiones, pero que el demonio que posee a alguien es la vejez. Ves a esa persona y sabes que no es ella. Todo parte de una experiencia que tuve con una tía abuela mía que sufría alzhéimer. Cuando iba a visitarla me daba la sensación de que no era ella. Además, en nuestra sociedad la vejez es un demonio que nadie quiere ver. Tenemos 50 años y vamos vestidos como cuando teníamos 25. Todos nos resistimos al paso del tiempo. 'Estás super joven', se dice como piropo. Se glorifican la juventud y la belleza, y por ende se demoniza el paso del tiempo. Era muy interesante codificar todo eso con el lenguaje del cine de terror. La vejez es lo que más miedo nos da y lo que nos acaba poseyendo a todos, transformándote en quien no eras antes.
-Como 'La semilla del diablo', solo que con una abuela en vez de con un bebé.
-Ja, ja. Es una referencia básica en la peli, hemos copiado hasta la tipografía de los títulos de crédito. Polanski es mi director favorito y 'La semilla del diablo' mi película suya favorita. Al igual que ella, 'La abuela' transcurre casi íntegramente en un lugar cerrado, un apartamento, y la protagonista está atrapada en una tela de araña de la que no es consciente. Gran parte de la acción pasa fuera de la película, en off, como ocurría en 'La semilla del diablo' con todo lo que hacía el matrimonio Castevet.
-Le decía lo del cuidador quemado porque es fácil caer en la depresión y la soledad si dedicas tu vida a cuidar a alguien.
-La protagonista se da cuenta, como mucha gente, que cuando cuidas a alguien de manera tan entregada como exige una anciana dejas tu vida. Sus amigos de París se convierte en una voz al otro lado del teléfono, pasan cosas de las que ella ya no es parte. Se para el tiempo y siente que hay una vida en curso de la que se ha apeado. Eso además te provoca un complejo de culpa; si cuido a mi abuela pierdo mi vida, si no lo hago me siento mal. Pero tu abuela ya no es tu abuela, eso es lo más atroz de ver envejecer a alguien que quieres. Notas cómo esa persona se está disolviendo de manera gradual. Son más torpes en los movimientos, se le van olvidando cosas… Y sabes que el final de eso es irresoluble. Cuando rodé 'Quien a hierro mata' pasé mucho tiempo en residencias. Y pensaba que esos ancianos ya no se iban a mudar a ningún otro sitio, más que al cementerio. Las residencias son como una especie de desguaces donde aparcas a la gente a que pase el tiempo hasta que se muera. Eso me generaba muchísima angustia.
-Que la protagonista sea modelo tampoco es gratuito.
-Las dos mujeres protagonistas están prisioneras de su cuerpo. La anciana porque empieza a sentirse incapaz de hacer determinadas cosas por la decrepitud propia de la edad y la joven porque está atrapada en la cárcel de ser joven y guapa. Pero el reloj de arena sigue corriendo. Hay una escena en que ve a una modelo en Instagram de 14 años, y, claro, no puede competir. A nivel social se sigue castigando más el paso del tiempo en las mujeres que en los hombres.
-¿Qué le une a Carlos Vermut?
-Somos íntimos amigos. Vi 'Diamond Flash' y supe que quería ser amigo del tipo que la había hecho. Carlos tenía un hueco después de escribir 'Mantícora', su última peli. La simplicidad de elementos del guion de 'La abuela' es suya, yo nunca hubiera llegado a hacer la película tan desnuda, sin diálogos, donde pasan pocas cosas. Carlos me ha inspirado para eliminar lo superfluo.
-Tiene un punto de cuento infantil.
-Es como una fábula con guiños a cuentos: la serpiente, las matrioskas, el pajarito, la trenza… De cuento clásico de brujas que se perpetúan y van envolviéndose en distintos caparazones. Me gustaba el símbolo de la matrioska: por fuera eres uno pero por dentro muchos. Yo a veces me descubro hablando como mi padre, dentro llevo la carga familiar y no puedo renegar de esa herencia. 'La abuela' también habla de vivir a través de tu descendencia.
-¿Cada vez le cuesta más pasar miedo en una sala de cine? ¿Cuándo ha sido la última vez?
-No soy especialmente miedoso… Sustos hay muchos, pero el último impacto heavy de pasar miedo en un cine fue con 'The Lords of Salem' de Rob Zombie. Sentía que allí había algo maligno… Una película muy perturbadora que no recomiendo a nadie, porque a mí dejó mal cuerpo dos o tres días. Ah, 'Hereditary' también me dio miedo.
experiencia en cines
una pesadilla real
-Es feliz si le encasillamos como director de películas de terror.
-Me siento muy orgulloso. Es lo que quiero ser, no aspiro a nada más. Soy espectador de cine de terror desde pequeño, son las películas que disfruto. Desde las fábulas de Esopo a la Biblia, la fantasía es una manera estilizada de abordar la realidad. Hacer 'Amor' de Haneke me resultaría muy doloroso, en cambio con 'La abuela' explico una visión propia sobre la vejez utilizando el prisma del género. Eso la hace más accesible, pero al mismo tiempo más cabrona. Lanza cargas de profundidad que se te quedan dentro. 'El exorcista', por ejemplo, es una peli sobre una madre que se siente culpable porque no presta atención a su hija. 'La profecía' va de un señor que le miente a su mujer, que adopta un hijo que no es suyo y no se lo dice. Todas las historias se pueden contar en el género, se puede hacer balada o balada heavy, ja, ja. No limita, sino que te brinda libertad.
-¿Ve a las plataformas como un aliado o un enemigo?
-Se está consumiendo más audiovisual que nunca. Hay hambre de películas y series. Y no considero que haya una batalla, sino que son terrenos diferentes. La explosión de las plataformas en estos dos últimos años ha sido brutal. Su éxito es un estímulo para intentar propuestas que legitimen la sala de cine. 'Annette' de Leos Carax me ha fascinado, y en Filmin la hubiera quitado a la media hora. Es una película que te exige como espectador, y las condiciones de un cine favorecen su disfrute. Te vas al baño o miras un wasap y desconectas, ya no te reenganchas. Hay un lugar para cada película. 'El irlandés' también la disfruté en una sala y en Netflix a lo mejor no la hubiera acabado. Se están haciendo cosas acojonantemente buenas en televisión que cumplen la función de los seriales en el siglo XIX, pero el terreno de la experimentación está en la sala de cine.
-El cine de terror sigue funcionando en taquilla. Y la inmersión que exige solo se consigue en una sala oscura.
-Claro. No es lo mismo ver 'La abuela' en un cine que en el iPad. En el terror y la comedia se da una experiencia compartida, una evasión de la realidad. No es nostalgia, sino un hecho objetivo. Yo vi '8 apellidos vascos' y me flipó. En mi casa no la hubiera disfrutado tanto.
-Interrumpió el rodaje de 'La abuela' a falta de tres semanas para concluir cuando llegó el confinamiento. ¿Qué se le pasó por la cabeza?
-Cuando paramos, Vera Valdez, que tenía entonces 85 años, me dijo: me mantendré viva. No sabías qué estaba pasando. Recuerdo la sensación de irrealidad. No sabía si iba a poder terminar la película. Había una escena en un geriátrico que no pudimos rodar. Y lo más importante, cambió la percepción de la peli. Pasó de ser la historia de una abuela cabrona a la alguien que se está vengando de la sociedad que la ha arrinconado. Todas las películas se alimentan y dialogan con la realidad en la que se producen. Pero en este caso es extremo. Manejábamos un 'tagline' antes de la pandemia: «¿Cuánto hace que no vas a ver a tu abuela?». Hoy no se puede usar. Ha cambiado el mundo.
-¿Cómo experimenta una pandemia mundial alguien que vive de imaginar horrores?
-Jaume Balagueró me dijo un día que nunca imaginamos que una pandemia iba a resultar tan aburrida… Estás en casa, haces gimnasia, ves vídeos de YouTube… El Apocalipsis es un coñazo. No es una película de acción, sino de tiempos muertos, de hacer croquetas. Jota Bayona me contó que en IMDB (base de datos de películas en internet) 'Contagio' era ciencia ficción y ahora pone drama. Nos aferramos al optimismo porque no terminamos de salir.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.