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John Belushi encarna en '1941' a Wild Bill Kelso, un piloto loco en busca de japoneses en California.
'1941': El mayor desastre de Spielberg cumple 40 años

El mayor desastre de Spielberg cumple 40 años

Un director caprichoso, una estrella cocainómana y un guion sin gracia dieron como resultado '1941', una mastodóntica comedia que no hizo reír a nadie y que cumple 40 años

Viernes, 22 de mayo 2020

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Steven Spielberg estaba tan seguro de que '1941' iba a ser un desastre que la noche del estreno en Estados Unidos, el 14 de diciembre de 1979, voló a Japón junto a la actriz Amy Irving con el objetivo de casarse. Cuando el avión aterrizó en Tokio ya habían cancelado la boda. «Me permití muchos caprichos con '1941', pero simplemente porque me sentía inseguro con el material», confesaría el director años más tarde. «No me hacía reír, no hacia reír a nadie, ni en el plató ni en los copiones». Spielberg había inventado el 'blockbuster' veraniego cuatro años antes con 'Tiburón' y después deslumbrado a la crítica con 'Encuentros en la tercera fase'. Se le ocurrió que podía rodar una comedia basada en un guion de Robert Zemeckis y Bob Gale, los artífices de 'Regreso al futuro'. El mayor fracaso de su carrera llegó acompañado de la debacle sentimental: Irving le dejó por el cantante Willie Nelson y el realizador se lamió las heridas en Túnez rodando una de sus obras maestras: 'En busca del arca perdida'.

'1941', que llegó a España en marzo de 1980, tres meses después de su estreno americano, no se entiende sin la ola de humor que cambió a finales de los 70 el cine y la televisión yanquis. 'Aterriza como puedas' resumiría a la perfección el componente paródico que un programa televisivo, el mítico 'Saturday Nigh Live', había perfeccionado con inteligencia y frescura. Por algo dos de sus mayores estrellas, John Belushi y Dan Aykroyd, protagonizan '1941'. El primero había reventado las taquillas y desencadenado la rebelión en todos los campus universitarios del país con 'Desmadre a la americana'; Aykroyd, fanático del blues, uniría música y apología de la destrucción en la película que rodarían juntos poco después, 'The Blues Brothers', conocida como 'Granujas a todo ritmo' en nuestro país.

Cuenta Peter Biskind en su fundamental ensayo 'Moteros tranquilos, toros salvajes' que cuando Spielberg llevó el guion a Universal, su máximo ejecutivo, Ned Tanen, lo estrelló contra la pared desencuadernándolo: «¡Pedí una película que se pudiera filmar, no el plan de batalla para Europa!». En Columbia en cambio estuvieron encantados sin saber lo que se les venía encima. El director John Milius, guionista de 'Apocalypse Now' y célebre por llevar un fusil en los rodajes, figuraba como productor ejecutivo y coguionista. Sobre el papel, '1941' era una comedia desmadrada y mastodóntica que narraba, ni más ni menos, que una hipotética invasión poco después de Pearl Harbor del ejército japonés a la Costa Oeste de Estados Unidos y en concreto al epicentro de sus mitologías: Hollywood. Su divertido arranque (lo más salvable de la función) presenta a una chica bañándose en la playa con la música de 'Tiburón'. Solo que en vez de un escualo emerge un submarino capitaneado por Toshiro Mifune y Christopher Lee encarnando a dos respectivos villanos nipón y nazi.

El presupuesto de '1941' se disparó hasta los 32 millones de dólares debido a los caprichos de Spielberg, que de las 14 semanas de rodaje previstas pasó a seis meses. El director utilizó por primera vez en una gran producción una complejísima grúa Louma y un sistema de cámaras por control remoto que después usaría en 'En busca del arca perdida'. «Nos habría ido mejor con diez millones menos, porque pasamos de tener un argumento a tener siete subargumentos», confesó tiempo después. «Pero eso era lo que quería en aquel momento: la grandeza, el poder, cientos de personas a mi entera disposición, millones de dólares para usarlos a mi antojo y todo el mundo diciendo 'si'».

Steven Spielberg entre Christopher Lee y Toshiro Mifune. Abajo, Dan Aykroyd y Robert Stack.
Imagen principal - Steven Spielberg entre Christopher Lee y Toshiro Mifune. Abajo, Dan Aykroyd y Robert Stack.
Imagen secundaria 1 - Steven Spielberg entre Christopher Lee y Toshiro Mifune. Abajo, Dan Aykroyd y Robert Stack.
Imagen secundaria 2 - Steven Spielberg entre Christopher Lee y Toshiro Mifune. Abajo, Dan Aykroyd y Robert Stack.

John Belushi encarna en el filme a un piloto loco, Will Bill Kelso, que asegura perseguir a los japoneses con su avión porque han bombardeado San Francisco. Por si Spielberg tenía poco con rodar colosales escenas de baile con cientos de extras, casas que se despeñan hacia el océano y una noria gigantesca que se precipita desde un muelle hasta el mar, también tenía que bregar con una estrella que se drogaba en su caravana y que nunca se sabía sus diálogos con antelación. En la biografía de Belushi escrita por Bob Woodward se cuenta que al menos veinticinco personas en el rodaje de '1941' consumían cocaína. El actor a veces derramaba un gramo sobre su mano y lo esnifaba de una sola toma.

Ni los guiños cinéfilos, como el general encarnado por Robert Stack que llora en el cine viendo 'Dumbo' o la aparición de Sam Fuller dando vida a un fascista, ni las aparatosas escenas de acción en la era anterior a los efectos digitales convencieron a un público norteamericano al que no le hizo gracia que le recordaran el estado de histeria que vivió ante la amenaza exterior, ya sea japonesa o comunista. Columbia obligó al director a cortar treinta minutos cuando presentó un montaje de dos horas y media.

Las críticas no tuvieron piedad: «El rollo del año», tituló el 'Washington Post', «una farsa petulante, agotadora y autodestructiva»; «Misil fallido de Spielberg», sancionó 'Newsweek, «tremendamente falta de gracia, como el kit de erección más extravagante con el que un niño tuviera que jugar y un tedioso John Belushi que agota el crédito de sus inicios»; Pauline Kael comparó su visión en 'New Yorker' a «tener la cabeza atrapada en una máquina de pinball durante dos horas». Contra la creencia popular, '1941' no fue un fracaso de taquilla (recaudó 100 millones de dólares en todo el mundo), aunque bien es cierto que sus cifras palidecen frente a los otros filmes del director. A sus 36 años, Spielberg aprendió que a partir de entonces debía eliminar de sus películas aquello que pudiese albergar la más mínima duda en cuanto a aceptación comercial.

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