Lenta y aburrida
Crítica de televisión ·
Hace unos días fue noticia, serpiente de verano, la larga cola que se montó en Bilbao para disfrutar de un helado gratis con motivo del aniversario de un conocido establecimiento de la ciudadHace unos días fue noticia, serpiente de verano, la larga cola que se montó en Bilbao para disfrutar de un helado gratis con motivo del ... aniversario de un conocido establecimiento de la ciudad. Regalaron 200 unidades de diferentes sabores. Hay quien esperó dos horas, o más, para ver si había suerte. El mismo fin de semana se inauguraba una tienda de Lego, con el correspondiente mogollón de gente haciendo tiempo en la puerta para ser los primeros en entrar al mismo lugar donde, pocos días después, no hay que aguardar tanto, o nada, para visitar el comercio. Es más, ahora mismo, con el periódico bajo el brazo, puede usted pasarse por la heladería cumpleañera y tomarse un refrigerio por un módico precio sin hacer fila durante una eternidad. Sale caro quemar dos horas de nuestra vida y derrochar tiempo vital a cambio de tan poco.
Cola para comprar un chorizo con talo en las fiestas del pueblo o para conseguir una hamburguesa en el tristemente famoso campeonato interestelar que visita la ciudad cada cuatro días para ofrecer bocadillos de fantasía con mahonesa y cheetos a precio de oro, que aquí encima se paga. No es gratis. Colas, colas y más colas. Para encontrar un sitio poco decente en la playa nos tragamos una buena caravana en coche, o para comprar lotería en Doña Manolita pasan las horas muertas. Nos comemos horas y horas de espera en nuestro delirante afán consumista, pero luego protestamos airadamente porque una serie o una película «es lenta». «Tarda en arrancar». «No pasa nada». «Le sobra una hora». Clásicos del cine, obras maestras cinematográficas, son calificadas como lentas y aburridas. No hay paciencia para disfrutar como espectador, pero sí para todo los demás. Así somos. La ficción es lenta y aburrida, ¿y la vida?
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