Otro tiro por la culata en el Reino Unido
Seguro que dentro de poco tiempo habrá tesis doctorales para explicar lo que está pasando en la política británica. En especial cómo dos primeros ministros conservadores son capaces de dilapidar su cómoda posición con sendas convocatorias ante las urnas que se vuelven en su contra. Le sucedió a David Cameron, cuya vida política terminó el día que se le ocurrió convocar el referéndum sobre la salida de la Unión Europea, y le pasó a Theresa May, que quiere seguir gobernando pese a perder la mayoría en unas elecciones en las que buscaba reforzarse de cara a la negociación del brexit con Bruselas.
En esta ocasión los sondeos acertaron y lo que a priori iba a ser un batacazo de los laboristas -con esa hipótesis adelantó May los comicios- tornó en una sorprendente reacción que consolida a Jeremy Corbyn -para sorpresa de los suyos-. Así la foto final es la de un Parlamento bastante parecido al español: una derecha sin mayoría que se apoyará en un partido minoritario. Pero sobre todo lo que sale de las urnas es una primera ministra muy debilitada que ahora tiene que vérselas con Bruselas, que ya antes la esperaba con ganas para endosarle una costosa factura a cambio de romper la unidad europea. Veremos ahora cómo quiere sacar May adelante un brexit duro, esto es, sin apenas concesiones a los ciudadanos de países comunitarios radicados en el Reino Unido y sin coste para las arcas británicas.
En clave de política general, quizás lo más interesante de esos comicios es la lección de unos votantes que no quieren ser utilizados para juegos partidistas. Era un secreto a voces que el adelanto electoral era parte de una estrategia conservadora para laminar a los laboristas y al final el tiro sale por la culata porque el objetivo que se buscaba era, además de burdo, un misil contra la línea de flotación de la estabilidad política, que se supone que es la prioridad de todo gobernante.
Si a todo eso añadimos el posible impacto de los atentados terroristas, con la propia May intentando sacar tajada en el minuto uno con aquello de que había que acabar con tanta tolerancia y con Corbyn recordándole que ella fue la ministra de Interior que sacó de las calles a 20.000 policías, pues ya tenemos el cóctel perfecto que explica la derrota.
Otrosí importante: los eurófobos del Ukip fracasaron en las urnas, quizás en una clara demostración de que el votante entiende que ese espacio ideológico ya fue copado por los tories.
Y ni así les salió bien la jugada.
