Flores a la tumba
En esta edad de oro de la conducta prefabricada, nuestra demostrada capacidad para manejarnos en los universos de la multipantalla nos ha simplificado la manera de hacer llegar flores a la tumba. Con 140 golpes a las teclas y una rápida búsqueda en Google podemos encontrar una frase y una foto que, por ejemplo, nos haga llorar 25 años después por el trágico fallecimiento de esa luminaria de la Canarias cultural y social que fue César Manrique.
El aniversario de su muerte se convirtió en motivo de discusión destacado en las redes sociales, y todos encontramos una forma de ponernos a los pies del hombre que se hizo mito.
Aunque no tuviéramos nada que ver con la esencia de uno de los últimos creadores de las islas que fue capaz de trascender la miniaturización desafecta del producto interior, dejando como legado un patrimonio artístico de gran valor, a la vez que lo enhebraba con un discurso cultural y sociológico en el que predominaba la defensa del paisaje.
Uno de esos casos que iluminaba el infinito scroll en nuestras pantallas era el de Fernando Clavijo, presidente del Gobierno de Canarias. En sus redes sociales, el jerarca del Ejecutivo tenía un recuerdo para el artista. Citándolo como inspiración esencial para el talento de nuestras islas. Una lectura claramente acertada.
Pero si nos sumergimos en la obra y vida del artista lanzaroteño no nos sería muy complicado concluir que podría llegar a vomitar sobre la Ley del Suelo que ha llegado como el proyecto estrella de este Ejecutivo en el que Clavijo es el jefe.
Es muy atrevido aventurarse a afirmar qué harían los otros, pero si hoy Canarias estuviera preparada para que la opinión de sus iconos culturales fuera referencia, no sería muy descabellado imaginar a Manrique plantando cara desde la acción social a ese ataque al territorio.