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El triunfo de la verdad

Del director ·

Trump, soberbio hasta el final, se fue dando un portazo

Jueves, 21 de enero 2021, 06:39

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Si a un presidente se le juzgase por el discurso de toma de posesión, Joe Biden ya podría retirarse. Porque merece un premio el que lo escribió, o él si lo, pues tampoco hay que dar por hecho que lo leído fue obra de un tercero.

En una toma de posesión sin el presidente saliente, sin público y con dos cantantes del mundo del pop como única nota para la alegría, las palabras de Biden iban a ser analizadas al milímetro, verso a verso, sílaba a sílaba... Y lo cierto es que lo bordó.

El ya presidente de la nación más poderosa del mundo pero también una de las más rotas internamente hizo un discurso plagado de referencias a la herencia que recibe de manos de Donald Trump, pero evitando mencionarlo con nombres y apellidos. Ya que Trump hizo el feo de no acudir, pues nada mejor que ni citarlo. Ya se sabe que no mayor desprecio que la indiferencia... Pero una cosa es la persona y otras las ideas, como también una cosa es hacer un llamamiento a la unidad del país ante el reto de la pandemia y otra tener muy claro que tendrá que gobernar sobre una nación fracturada, donde millones de personas siguen creyendo en un tipo que fundamentó su mandato en mentiras.

Me quedo sobre todo con lo que dijo sobre esto último porque vale para Estados Unidos lo mismo que para cualquier rincón del planeta. Para Biden, la unidad pasa por la victoria de la verdad sobre la mentira, y considero de especial valor su advertencia sobre el hecho de que las falsedades no son fruto de un error, sino que están cargadas de una intencionalidad. De mala intención, para ser más precisos. Sobre esos cimientos de la mentira se construyen discursos que llevan a una horda de descerebrados a confundir el gobierno del pueblo con tomar al asalto las instituciones o a dar por bueno el lema de «parad de contar los votos». Todo eso, que nos parecía impensable hasta casi ayer mismo, no es fruto de la casualidad ni de un mal aire que afectó a unos cuantos americanos: es el resultado de una estrategia perfectamente diseñada y alimentada, que ha logrado convencer a millones de votantes y que ha traspasado fronteras.

Trump, soberbio hasta el último minuto, se fue dando un portazo y dejando entrever que regresará. No sabemos si en persona, delegando en un miembro de su familia o inyectando dinero en alguna marioneta política que intente mantener vivo su legado. Que no sea posible depende no solo de Biden, sino de un Partido Republicano que debe reflexionar sobre sus errores. Inmensos errores.

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