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Se acaba la legislatura y el vicepresidente Pablo Rodríguez ha pasado completamente desapercibido. Tiene una rara habilidad para no dejarse notar. A efectos prácticos, Rodríguez no ha sido contrapeso de Fernando Clavijo, no ha enarbolado mínimamente la bandera de Gran Canaria ante la maquinaria de ATI y no ha destacado por un perfil propio que lo distanciara de cuando en cuando de las decisiones de Clavijo; una actitud imprescindible para adquirir realce político hacia fuera y entre tus correligionarios. Sobre el caso Grúas no ha dicho ni media palabra, mira de reojo no vaya a ser que tuviera incluso que defender a Clavijo públicamente sabedor de que le resta votos.

No se le conoce, por lo tanto, criterio alguno que ayudase a confeccionar la agenda política canaria. Algo inconcebible en alguien que encima se define como nacionalista. Su única preocupación era atar a José Miguel Bravo de Laguna para una alianza en mayo que le facilitara mantener su escaño por Gran Canaria, cosa que hoy por hoy está por contrastarse ante la elevada fragmentación parlamentaria que se avecina con la entrada de Ciudadanos y a este ritmo puede que de Vox. Llegó de rebote a ser vicepresidente y se irá de la misma forma, en paradero desconocido.

Lo que no le perdonará la sociedad de Gran Canaria es el macromuelle de Agaete. Tiene la potestad para paralizarlo o cuando menos hacerle ver a CC que es innecesario. Pero el vicepresidente y consejero del ramo persiste en ese silencio de dejar transcurrir el tiempo en aras de que supuestamente no le queme políticamente. Sin embargo, no saldrá airoso. De consumarse, la obra de la ampliación en Agaete será su condena política, la que le hará ser recordado por los años de los años al haberse cargado, de una tacada, el encanto de uno de los municipios más pintorescos de la isla. Está en sus manos evitarlo. Ha habido diversas manifestaciones y protestas importantes contra el macromuelle de Agaete y a Rodríguez ni está ni se le espera. No se inmuta frente al clamor ciudadano.

El próximo Ejecutivo será a dos o tres fuerzas. En CC se preparan para el duro trago de tener que desprenderse de varias consejerías con sus gabinetes y direcciones generales correspondientes a repartir con sus futuros socios si es que CC (con o sin Clavijo) se mantiene en el poder. Ante este horizonte las probabilidades de que Rodríguez siga siendo vicepresidente son muy bajas. Aunque con este itinerario suyo tan particular, tampoco parece que le moleste. Su preocupación principal es el escaño. La misma inquietud que tuvo en la era de lealtad debida a Paulino Rivero y después reemplazada al instante con Clavijo. Como se otea acontecimientos dentro de CC pensará que sorteará igualmente la nueva prueba que el azar le disponga. Está por ver. La ambigüedad tiene escaso recorrido.

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