IA y ciencia ficción
Europa debe actuar con celeridad para establecer los límites de hasta dónde se puede llegar con la inteligencia artificial y regular para no llegar a puntos de no retorno
El avance de la humanidad a cuenta de la inteligencia artificial (IA) da auténtico vértigo y da la impresión de que los gobiernos están fallando ... a la hora de actuar con celeridad en la regulación de lo que viene. Está claro que las innovaciones tecnológicas traen avances y mejoras en el bienestar de las sociedades y las personas pero también implican riesgos. La IA abre un mundo de posibilidades en todos los campos pero es necesario fijar los topes de hasta dónde se puede llegar, lo que sí y lo que no. Y es aquí donde la Comisión Europea tiene que correr para no llegar tarde y evitar situaciones de no retorno.
Las máquinas son instrumentos detrás de los que hay personas que las diseñan, las dan forma y las preparan para operar. Eso creíamos hasta ahora. Con la inteligencia artificial la realidad es otra y ahora parece que las máquinas puedan llegar a superar la inteligencia humana e incluso operar por sí mismas, con absoluta independencia. Vamos, en plan película de ciencia ficción.
No sé si se llegará a ese extremo pero la verdad que imaginar un mundo en el que no sabes si lo que estás viendo y viviendo como real lo es, asusta. Ya hemos vivido en los últimos años procesos electorales en los que ha abundado la manipulación y la difusión de mensajes y noticias falsas con consecuencias indeseadas y la IA abre la puerta a multiplicar hasta el infinito estas posibilidades. De ahí la necesidad de una regulación clara y contundente que fije los límites.
La marcha de Google del llamado 'padrino de la IA', Goffrey Hinton, y Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y su petición de que se pare el desarrollo de la IA hasta estar seguros de que sus efectos van a ser positivos y sus riesgos controlables, debería llevar a la reflexión de hacia dónde nos encaminamos.
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