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Inmigrantes haciendo cola en un comedor de Cáritas Arcadio Suárez

Responsables, todos

Ultramar ·

Las condiciones objetivas para prender la explosión social existen. Si llega, nos condenaremos todos

Sábado, 30 de enero 2021, 07:44

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No hay una sola causa que motive una explosión social. Tampoco un solo culpable. Es la constatación del fracaso de un proyecto de sociedad. La situación en que se encuentra Canarias en estos momentos, y más aún Gran Canaria, víctima de múltiples crisis, entre ellas la migratoria, que ha desencadenado una creciente tensión y disparado la sensación de inseguridad ciudadana, es fruto de la dejación de demasiados responsables políticos que han consentido que la situación esté a punto de gangrenarse y, en consecuencia, dinamitar la convivencia.

Ante un estado de alarma como el actual, con la simiente del odio enraizándose en no pocos sectores, no cabe el cruce de reproches, menos aún de amenazas, sino una acción mancomunada.

Responsables, todos. Los servicios de inteligencia ya alertaron hace mucho de lo que venía. Y como acostumbramos, nos instalamos en el echar días para atrás.

Resultado: como quiera que Europa vuelve a incumplir, a este territorio europeo que es el nuestro, le toca soportar a miles de desesperados, bloqueados que no acogidos, porque no hay capacidad, a los que se les impide seguir su camino y se les condena a vivir en la calle.

Como ocurre que el Gobierno central asume solícito el mandato europeo de no consentir que esta sea puerta de entrada al continente, esta tierra frágil, la más vapuleada económicamente por la pandemia, ha de añadir un debe más a su difícil supervivencia.

Como resulta que nuestras instituciones y autoridades isleñas no han sido capaces de aprender de los antecedentes padecidos en épocas anteriores, y nos hemos contentado con el mercadeo, sumisión mediante, la indefinición y las suculentas y rápidas ganancias que aportaba el turismo en tiempos de bonanza, ahora, en las peores nos toca enfrentarnos, aún más, a la desigualdad, desestructuración y desarraigo que nadie se preocupó de aliviar y que son caldo de cultivo idóneo para que florezca la sinrazón.

Como también pasa  que el buenismo ha impuesto la conmiseración para con los inmigrantes, se ha hecho oídos sordos a que la ley de extranjería contempla la inmediata repatriación de aquellos que cometan actos delictivos. Tolerancia cero a la violencia, venga de quien venga, antes de que esta se adueñe de todo.

Las condiciones objetivas para prender la mecha de la explosión social existen. No lo olviden. Si llega, nos condenaremos todos.

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