Qatar y la Eurocámara
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Occidente siempre ha disculpado las dictaduras que tienen algo que ofrecerNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Mientras la credibilidad del Parlamento Europeo sigue en entredicho por las sospechas de presuntas corruptelas para lavar la imagen de Qatar, con nada menos que una vicepresidenta implicada en la operación policial, el domingo el mundo entero vivía pendiente del partido de fútbol entre Argentina y Francia. En la tribuna de autoridades se encontraba nada menos que el presidente de Francia, que acabó bajando al césped para la entrega de medallas y para consolar a los galos por la derrota.
Me incluyo entre los que siempre pensaron que la indignación por la elección de Qatar para el Mundial acabaría en cuanto el balón comenzara a rodar. Y así fue. Primero por la discusión en torno a si Luis Enrique era o no el culpable del fiasco de España; después por ver las lágrimas de los brasileños al quedar eliminados y finalmente por la alta intensidad de la final de lo deportivo y más aún en lo emotivo por la incertidumbre del resultado.
Esa presencia de Macron refleja también quién es uno de los grandes valedores de Qatar en Occidente. Con su viaje, el presidente francés contribuyó todavía más a blanquear esa autocracia, pero otro tanto podría decirse entonces de la visita de Felipe VI cuando el partido de España con Costa Rica.
Occidente siempre ha disculpado las dictaduras que tienen algo que ofrecer. Y Qatar es sabedor de ello. Es más, si antes era un país aliado de las cancillerías occidentales, ahora todavía más porque su gas su subido de valor ante el conflicto con Rusia por la invasión en Ucrania. De manera que los ojos se cierran, cae sobre ellos una venda y nadie quiere preguntar desde las instancias oficiales por los derechos humanos o las tropelías cometidas con los trabajadores que levantaron los estadios que acogieron los partidos. Como en los viejos tiempos de la Roma del 'pan y circo', todos queríamos espectáculo y lo hemos tenido. Vaya si lo tuvimos en la final...
Ahora bien, la investigación abierta en el Parlamento debe llegar hasta el final y aquí sí vale eso de caiga quien caiga. La credibilidad de esa institución está en juego y ya puede ir revisando los protocolos que aplica y los límites a los lobbys con sus presiones, como también a las dádivas de los parlamentarios. De la misma manera que los partidos y los estados deben asumir que el Parlamento Europeo no es un cementerio de elefantes al que mandar a los políticos que han perdido su sitio en la vida pública nacional. Ojalá, aplicando el símil futbolístico, tuviésemos una Eurocámara con clones de Messi.
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