¿Peligra el Gobierno?

Los resultados de las elecciones catalanas precipitarán el escenario político en Canarias. Un batacazo de Ciudadanos y un mal resultado, otro más junto al de Galicia y Euskadi, de Podemos, influirán en las islas en dos aspectos importantes de cara al horizonte: primero, el naufragio de Ciudadanos provocará un cisma (mayor si cabe) en la organización; segundo, la merma de Podemos impediría que se reedite el Pacto de las Flores en 2023. ¿O es que acaso los parámetros actuales, la erosión prevista de estar en el poder y los antecedentes históricos de haber siempre bajado en escaños el PSOE (1987 y 2011) tras un gran resultado (1983 y 2007) permiten pensar que repetirán los 25 diputados?

Integrar a Ciudadanos en el Pacto de las Flores, incluso meterlo en el Cabildo de Gran Canaria a costa de las dos áreas que gestiona Podemos, sirve de poco. Especialmente, si tras el 14F catalán se certifica el desmoronamiento. Porque la preocupación de sus dos parlamentarios será cómo desembarcar en otras listas en puestos de salida en 2023, algo que solo CC y el PP (si es que realmente les brinda esa ocasión, la competición es cruenta) podrían si acaso garantizarlo. A dos años de la cita con las urnas, cuando en unos escasos meses se cumplirá el ecuador de la legislatura, el señuelo de las direcciones generales, viceconsejerías y demás moquetas a crear pierden su efecto señuelo. A fin de cuentas, el acta en la Cámara es de la persona, no del partido.

Casimiro Curbelo permanece de un tiempo a esta parte en un silencio mediático. Es verdad que las fiestas invitan a tomar un descanso, pero igualmente son días de recogimiento y reflexión. Ya en su momento analicé la ocasión única y de disyuntiva en la que se encuentra el líder de ASG en '¿Qué hará Curbelo?' (16 de octubre de 2020). Entonces la primera reacción fue apelar a la moral, código ético y lealtad que Curbelo le profesa al acuerdo suscrito. Y nadie lo niega. Lo que ocurre es que en política influye por igual el modelo socrático que el maquiavélico, y a veces prima el primer pensamiento y otras el segundo. A bote pronto, la resistencia natural (¿cómo no?) son los golpes de pecho de elevar al altar lo firmado. Hasta prácticamente el mismo día en que fue registrada la moción de censura en 1993 en el Parlamento, Manuel Hermoso negaba a los socialistas que iba a ocurrir. Y es que una cosa es la respuesta inicial y otra bien diferente cuando transcurren las semanas y en frío cavilas la posibilidad de convertirte en presidente del Gobierno, en que en Presidencia se hagan a un lado en los pasillos para darte los buenos días mientras desfilas con una sonrisa radiante rumbo al despacho, en ser recibido por Pedro Sánchez en las escalinatas de La Moncloa, en tener audiencia con Felipe VI en La Zarzuela… Porque es evidente que esa oferta de CC y PP está sobre la mesa. De hecho, el intento de neutralizar a Ciudadanos de las potenciales negociaciones supone 'a sensu contrario' desactivar a ASG del tablero hasta 2023. Un síntoma de desconfianza. Lo que podría alentar las intenciones recónditas de Curbelo.

El cambio en el Cabildo de Fuerteventura se prevé en torno a marzo-abril. A partir de ahí, el Pacto de las Flores quedará justo en 36 escaños y se abre un panorama totalmente nuevo y que ya describí en 'Fuerteventura y la crisis política' (24 de diciembre de 2020) y 'Los riesgos del pacto' (27 de diciembre de 2020). Y como Fuerteventura es el epicentro de la política en el archipiélago, la moción de censura (de haberla) tendría sentido que fuese en verano en aras de elaborar con antelación los Presupuestos de 2022. Además, la consejera de ASG en el Consejo de Gobierno está en un área que por la crisis turística no dará buenas noticias, cuando menos, hasta finales de este curso. En términos políticos, se está quemando. La tentación de Curbelo es grande.