Pausa dramática
Frecuencia modulada ·
«Sánchez tendrá que echar mano del método stanislavski para salvar la obra de su vida»
Vivimos tiempos repletos de «ruido, mucho ruido» como ya anticipó 'nostradamus' Joaquín Sabina cuando nadie podía ni barruntar el griterío que estaban por llegar con la era de las redes sociales. El estruendo es tal que hemos perdido el don de leer las pausas dramáticas, esos silencios que enfatizan un buen dialogo sin necesidad de palabras. El 'boom' de las series ha servido para mostrar al planeta el inmenso banquillo español de grandes actores capaces de contar una vida con la mirada y Pedro Sánchez no se iba a quedar atrás en el teatrillo nacional de la interpretación. ¿Qué mejor pausa dramática para llenar las butacas del teatro nacional que desaparecer 15 días en el fin del mundo?
Un año más, el presidente del Gobierno eligió Lanzarote para aportar al inicio del curso político ese punto de suspense imprescindible para vender entradas y, sobre todo, para garantizar que los espectadores se queden hasta el último acto. Nada como medir bien los tiempos para pisar con fuerza el programa de la segunda parte de la legislatura: último capítulo de limpieza en Ferraz con Adriana Lastra ya sin papel, congreso del PSOE en octubre al estilo 'manu militari', negociación de los presupuestos a cara de perro con Podemos, recitar el libreto pactado con ERC en Cataluña...
El guión, con las encuestas en la chepa, requiere algo más que pisar las tablas del escenario con un pañuelo amarillo regalo de Ángel Víctor Torres o un «mucha mierda» de Ursula von der Leyen tras la visita al centro de acogida de afganos de Torrejón. Sánchez tendrá que echar mano del método stanislavski para salvar la obra de su vida, sobre todo cuando levanta el telón con un monólogo. El 'sanchismo' ha enterrado aquel PSOE clásico repleto de grandes secundarios, lo que deja al actor principal solo ante el peligro. Si el estreno es un éxito, la gloria será suya, y si el público responde con tomates todos impactarán en su bronceado rostro homenaje a Cary Grant.
Por el momento, el estreno del presidente del Gobierno cuenta con la ventaja de que el público tampoco parece demasiado engatusado con la competencia. Pablo Casado continúa sin encontrar el tono en sus soliloquios como jefe de la oposición, Arrimadas ha desaparecido de escena y Yolanda Díaz parece estar repasando notas a pie de página ante de elegir papel. En ese erial político y con la recuperación económica como viento de cola, el dramaturgo Sánchez vuelve a dirigirse al público: «ser o no ser, esa es la cuestión».
