Patrimonio invisible
Por si le interesa ·
¿Cuántas personas pisarían sobre una era sin darse cuenta o sin ni siquiera saber de qué se trata? ¿O cuántas pasarían al lado de un majano sin tener ni idea de cómo se llama ni para qué ni por qué se hizo? Me temo que sería más gente de la que nos imaginamos. Saberlo no te hace más listo ni más rico, pero ya dice el dicho que el saber no ocupa lugar y más cuando ese conocimiento contribuye a crear identidad colectiva y a enraizar a la persona en un lugar y en un momento de la historia.
Al estudiante de hoy en día le explican cómo se vivía en la Edad Media o cómo se desencadenó la revolución industrial, pero muchas veces la densidad curricular y la falta de tiempo hacen difícil que el sistema educativo aborde los modos de vida de sus abuelos o bisabuelos. Pero es que no todo puede estar ni está en los libros ni en las escuelas. Y por eso mismo hay instituciones insustituibles e impagables como la Fedac, del Cabildo de Gran Canaria, que se esfuerzan por llenar ese hueco, por darle valor a un patrimonio a menudo invisible y ninguneado que, sin embargo, puso los cimientos de esta sociedad globalizada y ultratecnológica.
Como fruto de esa labor han puesto en el mapa cientos de bienes etnográficos de la isla, han rescatado miles de fotos antiguas y prestan cierta cobertura para la subsistencia de decenas de oficios artesanales. Es verdad que no todo ese patrimonio puede protegerse por ley; de hecho, ni se sabe la cantidad que ha podido perderse. Pero si es el propio pueblo el que valora ese legado, tarea a la que se han encomendado la Fedac y sus magníficos profesionales, será el primero que hará por salvaguardarlo.