Un país leído
Del director ·
Hace falta es insistir en que la lectura es sanaVuelve el Día del Libro y lo hace con la mascarilla puesta. Entre las cosas buenas del confinamiento de aquellos primeros meses de pandemia, estuvo el hecho de que más de uno recordó que estar en casa se hacía más llevadero con un libro entre manos. Aunque es verdad que millones de personas decidieron llenar ese tiempo con productos audiovisuales, tirando de plataformas como Netflix o HBO, que son como una biblioteca de acceso universal (de pago) pero en formato de cine y televisión.
Hoy el Día del Libro llega envuelto entre la fatiga por la pandemia y las elecciones madrileñas, que tienen paralizada la vida política de este país. Razón de más para echar mano de un libro -el que sea- y encontrar una forma de evadirse. Porque la evasión mental se hace necesaria. De lo contrario, acabaremos todos en el diván del psicoanalista para ver cómo expulsamos los demonios interiores, esos que han llegado con los miedos y el estrés de la pandemia y que también se han multiplicado con un ambiente política tan polarizado que empieza a ser tóxico.
En el comienzo de la pandemia hubo quien le cogió miedo incluso a compartir un libro. Se decía que el virus se traspasaba en el papel y eso generó cierta histeria. Ahora ya sabemos que es un miedo infundado, aunque siempre aparece el Miguel Bosé de turno para sostener lo contrario y cuenta con una parroquia de devotos del bulo de turno. Pero lo que hace falta es insistir en que la lectura es sana, y además construye sociedad y refuerza la democracia. Porque nos ayuda a derribar fronteras y riega la mente, que es la que puede detener precisamente las 'fake news' y poner sentido común donde imperan las bajas pasiones, que son también precisamente lo que se alimenta ahora desde los partidos -véase el debate electoral de Madrid como ejemplo-.
Creo firmemente que un país leído es un país más fuerte, más sólido, más resistente a la mentira, menos permeable a la manipulación, más combativo frente la demagogia... pero también creo que se ha perdido un tiempo precioso. Y no por la pandemia, sino por los años en que esto se ha aparcado, en que nos ha parecido que lo 'on', lo guay o como se quiera llamar, era que todos dispusieran de un dispositivo tecnológico que nos permitiera abrirnos al mundo, pero no para conocerlo sino para ver, que no es lo mismo que mirar y también es muy diferente que leer. Ysin demonizar lo anterior, también creo que no hay duda del empobrecimiento intelectual.
Por eso, leamos. Más.