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Manolo Vieira, el genio eterno

Manolo Vieira, el genio eterno

José L. Reina

Miércoles, 15 de julio 2020, 11:55

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Hace unas semanas fui al Chistera de Manolo Vieira. Ese templo del humor creado por el humorista de La Isleta, y que sigue llenando en cada actuación. Y eso tiene un mérito enorme, por varios motivos. El primero, y fundamental, es que Manolo lleva toda su vida haciendo reír, y todavía hoy acudes a su casa con la misma ilusión de hace tantos años. El oficio de humorista es tan bonito como cruel, pues siempre está el miedo a que la gente se canse, y se lleven las carcajadas a otra parte. Pero eso no pasa con Vieira. Manolo, como me dijo una vez, más que humorista es relatador. Narra a su estilo tantas escenas de la cotidianidad de los canarios, la idiosincracia de un pueblo que se ve perfectamente representado en sus historias.

Y ese es otro de los grandes méritos, incluso más difícil que el primero. Con Manolo Vieira no existe ni pleito insular, ni generaciones. El otro día en Chistera, su público iba desde jóvenes de algo más de veinte, hasta jubilados. Y eso es algo maravilloso e inusual.

Hacer reír al abuelo, al padre y al hijo, es un caso excepcional de un genio del humor como es Manolo. Le preguntaba yo en una entrevista que cómo era posible que sus relatos tengan tanto éxito en todas las edades, durante tanto tiempo. Él me respondió que lo que contaba era historias, la mayoría vividas, y que el relato desde el humor siempre gustará. Y es cierto. Llevamos años y años escuchándolo contarnos su infancia, su barrio, los personajes, la rutina... y da la sensación que hemos crecido con él.

En Chistera Manolo se encuentra muy cómodo. Es como abrir las puertas de su salón a una pandilla de amigos, que escuchan al anfitrión con la fascinación de saber que ese ratito, al menos, serán completamente felices. Cuando termina el show, la gran mayoría de los asistentes se queda esperando en el hall, a la espera de que Manolo baje de su camerino y poder charlar un rato con él, y de paso hacerse una foto. La noche que fui, pude escuchar a muchos de ellos diciéndole que venían de diferentes islas solo para verlo. Él aprovechaba para recordar anécdotas de esas islas, en esos pueblos, en esos barrios.

Porque Manolo ha conquistado las ocho islas. No es ese canarión gracioso, es el maestro del humor en Canarias, y ese es otro de los grandes méritos de su carrera.

Une a generaciones y a los canarios bajo la bandera del humor. Y ahora además del artista podemos conocer a la persona. Sus vivencias, su familia, su juventud, su barrio.

Manolo me dijo que no se piensa jubilar, pero que tampoco esperará a verse decrépito para irse, por respeto a su público. Ojalá ese día nunca llegue, maestro.

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