Mamá gallina
En las familias, como en todo grupo humano, existen roles muy definidos. Cada uno interpreta su papel y del seguimiento del guión depende el éxito de la obra que se representa. Un miembro del clan ejerce de pilar imprescindible del montaje, otro de débil eslabón al que siempre hay que ayudar, unos cuantos aportan sal al espectáculo y algunos aparecen en la mesa sólo en fechas señaladas. En CC, ese reparto de caretas se cumple a rajatabla, una disciplina interna que explica que la casa nacionalista se mantenga en pie durante tantos años. Parece que se cae a cachos, pero aún resiste.
Al menos eso intenta demostrar mamá gallina, ATI, enseñando a sus polluelos el camino para seguir ganando elecciones. Frente a la oscuridad que invade las habitaciones del resto de las familias de CC, en Tenerife los nacionalistas tienen ya elegidos a sus cabezas de lista para mayo de 2019. Carlos Alonso repite al Cabildo, un esquema de continuidad que imita Bermúdez en Santa Cruz de Tenerife y se reproduce prácticamente en todos los ayuntamientos chicharreros.
El mensaje del apoyo del hogar nacionalista a su parentela es que hay que poner ya en marcha la maquinaria electoral y hacerlo sin que las habituales envidias internas asusten a los votantes. Nada más idílico que una familia bien avenida para espantar el maleficio del desgaste del poder. Y hasta las malas encuestas.
Pero una cosa es lo que quiere mamá, otra lo que hacen sus retoños. Pedirle a CC de Fuerteventura o de Lanzarote que sean niños buenos es olvidar la personalidad de tus propios tentáculos. Nunca queremos ver a los nuestros como realmente son. Peleones por naturaleza y con numerosos traumas infantiles, majoreros y conejeros dejarán para última hora el complicado trago de elegir a sus candidatos. ¡Sin anestesia, que duela!
Menos amantes de los efectos son los nacionalistas palmeros y los herreños, aunque también en esas islas es complicado que cale el consejo de los superiores tinerfeños. API y AHI arrastran cuitas internas aún por dirimir, además de presumir de una independencia propia de criaturas con mucha personalidad.
Mejor que Tenerife centre su mirada en Gran Canaria, el polluelo más esmirriado de la camada, al que siempre hay que tratar con arrumacos. Aquí elegir candidatos parece lo de menos. Con raspar algún diputado, la gallina volverá a felicitar al pollito descarriado. Nada como el amor de madre.
