El proyecto «urgente» de la metroguagua en la capital grancanaria se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para la ciudadanía y la ... clase política. Para la gente corriente que vive y trabaja, o simplemente viene de paso a la ciudad, supone incomodidad, ruido, cortes de calles, más ruido, atascos, polvo,… Y para quienes dirigen desde el Metropole los designios de esta capital, significa un monumental agujero económico de incierta rentabilidad, aunque eso nunca ha supuesto obstáculo alguno para aspirar a convertirse es un «proyecto estrella» que catapulte a quien lo inaugure a figurar en los anales del cronista de la ciudad.
A los interminables retrasos de la obra se suma uno nuevo. La inauguración se retrasa hasta 2027, porque se han perdido diez millones de subvención por el disparate de la estación de Hoya de La Plata, obra paralizada y que se debe licitar otra vez. Lo peor, sin embargo, es que todo lo demás también se para. Ni desarrollo de carriles bici, ni implantación de escaleras mecánicas en los riscos, ni charcas de San Lorenzo... Todo se supedita a la metroguagua.
Cuando no se tiene suficiente presupuesto es normal priorizar las necesidades. Quizás lo que al común de los mortales le sorprenda es que se priorice por periodos electorales. Y, ¡oh casualidad! 2027 es año de elecciones.
Ese cortoplacismo político es lo que nos mantiene en una noria constante en la que de repente las ciudades ya no son para la ciudadanía, no tienen niños y niñas, ni personas mayores, ni con discapacidad, sino que se postran a las grandes ocurrencias del líder o lideresa de turno tan solo para su mayor y efímera gloria.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
