El texto 'El traje nuevo del emperador', también conocido como 'El rey desnudo', es un relato de Hans Christian Andersen, publicado en 1837. La historia es una fábula o una narración para jóvenes con un claro mensaje de advertencia: «No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad». Desgraciadamente, en esta sociedad ya se lee bastante poco, y lo que es peor, no se transmiten estas cruciales enseñanzas.
Hace unos días, en una entrevista en el oficialísimo diario 'El País', preguntaban al comediante Javier Bardem si el hecho de ser actor conllevaba ser de izquierdas. El Sr. Bardem respondió: «Lleva a empatizar con el dolor y a reforzar la tolerancia. Y si empatizas con el dolor, no puedes votar a Vox». La verdad es que como suele ocurrir con estos dirigentes subvencionados de la AEPA, la respuesta es de auténtico Politburó. Los pijo progres tienen una curiosa concepción de la tolerancia. La tolerancia es buena, y al que no sea tolerante lo fusilamos. Su superioridad moral, un falso axioma robustecido por los 'maricomplejines' conservadores, faculta a la todopoderosa izquierda a determinar lo que está bien y lo que está mal, lo que es bueno y lo que es malo… y por supuesto a imponerlo.
Imagino que si Bardem se manifiesta así es porque él es empático al dolor de todos, menos al de los que han confiado en Vox; porque él, como es lógico, es tolerante, en apariencia al menos, siempre que se piense igual que él. Es una curiosa forma de congraciarse con el individuo la de despreciar así a los millones de personas que defienden algo que no te agrada. Y, sobre todo, es una curiosa manera de trabajar la tolerancia… Resulta extremadamente difícil ver a esta familia, o a la mayoría de una 'farándula' condicionada por la ideológica subvención, trabajar la empatía con las víctimas de las dictaduras comunistas o del terrorismo etarra. Para estos fariseos liberticidas el único problema son los votantes de Vox, y por ello siempre utilizan tendenciosos mensajes que tienen como directo objetivo deshumanizar a los votantes de Abascal. Esto es una idea fundamental, porque sustenta la peligrosa deriva de que los rivales no tienen capacidad de albergar sentimientos.
Es comprensible criticar actuaciones, proyectos, declaraciones o discursos de quien sea. Lo que no se puede es despreciar a millones de ciudadanos solo porque votan algo que a ti no te agrada. Personalmente pienso que el partido verde es diferente y además transmite la sensación de serlo por convicción. Las reiteradas sorpresas en los resultados electorales, pese al horno de Tezanos, y toda la presión mediática ha constituido un cambio de sistema y ha desconcertado al poder establecido. Creo que Vox presenta una base electoral diversa que incluye, entre otros, a los liberales y conservadores a los que el PP aburrió en el 2008, a quienes discuten la dictadura de lo políticamente correcto, a los aburridos de los excesos de la ideología de género o de la 'memoria histérica', a los conservadores más consecuentes, al mundo agrario, y a mucha gente harta del chantaje de los separatistas a gobiernos tan débiles como entreguistas.
De lo que se trata es de poner sobre la mesa algo de juicio y sentido común. Al menos, hay que dar la oportunidad de demostrarlo, como la disfruto, incluso desde el poder el equipo de Pablo Iglesias. Esta locura, este desatino, no puede continuar y nada lo justifica. Percibo que todo el mundo pretende mirar hacia otro lado, con la excusa de que todos pretendemos 'ser felice' pero se trata de sentido común, y de pensar y luchar en el futuro. El Rey está desnudo, y hay que decirlo alto y claro.
No paro de insistir en una piedra angular. La diferencia entre izquierdas y derechas está tan obsoleta como la que diferenciaba a jacobinos y girondinos. Ya poco aporta para poder comprender postulados sociales, políticos o económicos en el siglo XXI. La diferencia sustancial se centra en si te sometes y apoyas la agenda 2030, o consideras que es un instrumento de dominación, en manos de multimillonarios excéntricos. Lo de que no tendremos nada y seremos felices, ni lo compro, ni lo apoyo, ni me lo trago.
¿Qué aporta la victoria conservadora en estas pasadas elecciones? ¿Es motivo de satisfacción? Pues creo que no es para tanto. Lo que han demostrado los líderes del PP, con cabecillas como Feijóo, es que son más de lo mismo. El rosco globalista que no se han puesto en la solapa con tanta alegría estas elecciones, no pueden disimularlo. De igual manera que Rajoy se convirtió por la fuerza de los hechos en el albacea de un tipo como Zapatero, los de ahora han demostrado que no han presentado ni la menor oposición a todas las locuras de este gobierno rebosante de despropósitos y malos resultados. Ahora la situación vuelve a presentarse en los mismos términos, pero mucho más agravada: la deuda pública española es hoy casi el triple que cuando Rajoy se hizo cargo del gobierno.
No comprendo a partidos que mantienen un discurso por un lado, pero después votan o se abstienen en contra de sus teatrales postulados. Por eso comprendo que la merma en votos sufrida por Pedro Sánchez, pese al desastre de estos cinco años, no es tan abultada. Si es posible que sea el inicio del fin para su Sanchidad, pero este va a morir matando. Y ya que hablamos de 'matar' menos mal que la Junta Electoral acaba de exigir la presentación del DNI, para ejercitar el derecho al voto por correo. En estos tiempos, y visto lo visto, hay que adoptar todas las medidas preventivas posibles para preservar la máxima transparencia, y que nuestro gran Timonel pase a ocupar el lugar que le corresponde.
El gobierno más funesto de estas últimas cuatro décadas, con la enloquecida presencia de comunistas fanáticos, de golpistas, de filo terroristas y de muy poca experiencia y formación, puede darse por plenamente amortizado. Ahora bien, la huella dejada por su Sanchidad tardaremos décadas en liquidarla: no solamente porque ni pagamos los intereses de la colosal deuda pública, sino sobre todo porque va a resultar casi imposible desmantelar el aquelarre legislativo que han impuesto a los españoles. No solo es voracidad fiscal, no solo es inseguridad jurídica, sino una desquiciante ingeniería social pagada por todos para crear una 'nueva sociedad'. El gran riesgo para el próximo gobierno que salga de las urnas de Julio es que trate únicamente de solventar la papeleta económica pasando a segundo plano las reformas necesarias y urgentes en educación, seguridad, inmigración, etc.
La situación demanda reformas estructurales profundas y los partidos de siempre solo presentan medidas económicas coyunturales. Es previsible que casi todo seguirá, más o menos, como hasta ahora. Nos apretarán en materia de gasto público, que está desbocado, y nos ilusionaremos con que bajen los tipos de interés, a ver si se endereza algo la situación. Pero es la sociedad civil quien debe recuperar el protagonismo.
Un rey desnudo y una ciudadanía mirando hacia otro lado. Creo que lo mejor que podemos hacer este verano, es demorar las vacaciones…el futuro lo merece.
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