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Llega la lluvia, se colapsa la isla

«Lo sucedido debe de servir para que se actúe de forma decidida sobre los puntos negros de nuestras carreteras»

Jueves, 4 de abril 2019, 20:51

Es paradójico que la tan esperada llegada de las primeras gotas de lluvia de este año 2019, en vez de ser bienvenidas y aplaudidas, hayan generado un caos mayúsculo en media isla de Gran Canaria. El agua caída del cielo ha puesto de manifiesto de nuevo que esta región no está preparada, en materia de carreteras, para el mal tiempo por mucho que digan nuestros dirigentes y por todo el esfuerzo económico que se destine para mejorar las vías, sobre todo las de entrada y salida a la capital.

Este miércoles, con el primer chaparrón del año, se volvieron a desnudar las carencias que tenemos y que colapsan año sí y año también las vías y no es solo porque haya un excesivo volumen de vehículos, ni mucho menos. Es cierto que vivimos en un enclave en el que el uso del coche es generalizado y la cultura por el transporte público ha ido calando poco a poco, pero ni si quiera se acerca a las cifras que debería tener una urbe como es la de Las Palmas de Gran Canaria. Muchos consistorios y cabildos han apostado por invertir en guaguas que unan municipios y las municipales para que los ciudadanos de la capital dejen su coche en casa, pero ni por esas...

El que viene a trabajar desde otro municipio no coge la Global para entrar en la ciudad, ni mucho menos, venga del norte, sur o centro, por lo que la densidad de tráfico que tienen que soportar los accesos cada mañana es inmenso. Y dentro de la misma, habrá que ver cómo funciona la MetroGuagua para testar si realmente el transporte urbano es lo suficientemente rápido y eficiente para ir cambiando el chip al conductor habitual y, de esta manera, se puedan descongestionar las calles de vehículos. Es un reto que se han marcado los dirigentes de esa ciudad que, por lo civil y por lo criminal han estado inculcando un cambio de filosofía en sus ciudadanos al peatonalizar calles, eliminar carriles para ensanchar aceras y poner carriles bici en todos los enclaves importantes. Son acciones que ayudarían a evitar colapsos como los de estas semanas, aunque el conductor poca culpa tiene de que haya desprendimientos, inundaciones y cortes de vías importantes porque el estado de las mismas no cumple con los mínimos exigidos. Está bien que las administraciones intenten que los transportes públicos imperen sobre los privados para eliminar contaminación y tráfico, pero no tienen que olvidar que la conservación y mejora de las carreteras no solo es echar una capa de alquitrán de vez en cuando y poco más... Lo sucedido estos días debe de servir para que aprendan de errores cometidos y, de una vez, se actúe de forma decidida sobre los puntos negros de nuestras carreteras.

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