Gobierno de demonios
...Y los gatos tocan el piano ·
Toda sociedad tiene su cuota de insensibles ante el dolor ajeno y Canarias no tiene por qué ser la excepción.La presencia de algunas actitudes xenófobas en una población tan grande como la canaria no tiene por qué encender con especial urgencia las luces de alarma. Al menos hasta la fecha solo hemos visto manifestaciones testimoniales que vienen a representar un porcentaje tan ínfimo de la población que, probablemente, es equiparable a lo que puede encontrarse en cualquier otro lugar del mundo. Toda sociedad tiene su cuota de insensibles ante el dolor ajeno y Canarias no tiene por qué ser la excepción.
Cosa distinta es que, desde algunas alcaldías y medios de comunicación se aliente, o, más bien, se quiera sacar rendimiento de estas actitudes, casi siempre dando a entender que en Canarias puede suceder una crisis social solo porque un par de docenas de exaltados salgan a la calle a manifestarse. Si no ha habido crisis social por la forma en que han llegado algunos, y algunas, a las alcaldías, es poco probable que la vaya a haber por el descubrimiento de que, ¡oh, sorpresa!, los extranjeros también cometen delitos.
Si hay un problema en Canarias ese es, sin duda, el de la situación inhumana de las personas migrantes en lo que no parecen otra cosa que campos de concentración. De esa situación no es directamente responsable la ciudadanía, sino quienes desde las distintas administraciones públicas corren y vuelan para ponerse una medalla por la gestión de las vacunas, pero se niegan a aceptar que se les impute el trato cruel que están dando a miles de personas.
No son las circunstancias las que tienen a las personas migrantes en esas condiciones, sino las decisiones que, por acción u omisión, toman el Gobierno de Pedro Sánchez con el beneplácito de sus comparsas en Canarias. A estos se les puede achacar el calificativo de demonios que con tanto acierto Kant concedía a quienes se dedican a predicar la ética a los demás, pero son renuentes a aplicársela a si mismos.