Clima
Nos divierte ver cómo el invierno último pareció más bien primavera
Como si fueran predicadores en el desierto, Naciones Unidas, miles de expertos en los cinco continentes y ya numerosos gobiernos están alertando de que el ... cambio del clima no solo causa estragos en el hoy, sino que mañana, sí, literalmente mañana, los efectos van a ser devastadores. Y lo triste es que sí, son prédicas en el desierto, en ese en que se está convirtiendo nuestro entorno, mientras que en otros lados lo que se avecina es un cambio brutal por precipitaciones en forma de tromba y con aumento en el nivel del mar.
Frente a esas advertencias, estamos como la rana del cuento que meten en una olla con agua al fuego. Se va calentando de manera progresiva y el bicho al principio se va adaptando, o eso cree, hasta que llega un momento en que fallece por la elevada temperatura del agua y sus consecuencias en su cuerpo.
Nos divierte ver cómo el invierno último pareció más bien primavera y cómo esta primavera se asemeja a un veranillo. A fin de cuentas, más días para disfrutar de la playa... También nos acercamos a nuestras costas a sacar fotos del maravilloso espectáculo que suele dejar ya con excesiva frecuencia el oleaje, con el agua asaltando paseos. Y también vemos en los telediarios de todas las cadenas las llamativas imágenes de tormentas repentinas que convierten en un lago pueblos y ciudades enteras, pero todo sucede, en apariencia, tan rápido ante nuestros ojos que sobre la marcha estamos contemplando otras noticias que nos hacen olvidar la anterior. A fin de cuentas, si Harry y Meghan casi se estrellan en Estados Unidos en una persecución con periodistas, debe ser más importante que si el planeta se va al garete...
La lucha contra la emergencia climática debe ser asignatura troncal en todos los programas electorales, pero sobre todo en la acción de gobierno. Y cuando se vive en territorios insulares en este lado del mundo, más aún. Nuestros riesgos son mayores precisamente por la condición de islas en el Atlántico y en un continente que se está secando. Porque eso también se nos olvida, cuando es prioritario:somos África. Igual no lo parecemos pero somos África y el clima se está encargando de recordárnoslo a golpe de bofetadas.
Advertir sobre esto no es ponerse apocalíptico, es simplemente asumir la realidad y reclamar medidas que amortigüen el impacto. Si no creemos en la ciencia, entonces será todavía peor, pues solo de su mano podremos encontrar esas soluciones. Y todo ello asumiendo que el daño realizado no se puede reparar al cien por cien.
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