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Una ausencia en el velatorioLos canarios somos muy de duelos y de velatorios. O lo éramos, que las modas cambian a gran velocidad. Seguro que hay algún sesudo estudio ... doctoral que determina por qué la cultura del acompañamiento a los familiares de un fallecido está tan imbuida en la forma de ser de los isleños. Hay quienes, de hecho, sostienen que es una tradición importada de América, mientras que otros aseguran que fue al revés: que partió de España, recaló en las islas y de ahí dio el salto al que entonces era el Nuevo Continente.
Quizás porque somos así o sencillamente porque la hora menos hace que tengamos un pelín más de humanidad, sentimos como nuestra la tragedia acontecida en aguas próximas a El Hierro. La estadística sostiene que es la mayor en cuanto a cifra de fallecidos en nuestras costas, pero eso casi es lo de menos. Las muertes duelen, sean una, cinco, veinte o, como en este caso, unas 60. Pero no nos quedemos con los números: eran personas con sus sueños, sus ilusiones y sus necesidades, esas que las llevaron a subirse a un cayuco para ver si podían materializar aquellas. Todo eso se fue al traste en un instante fatal y sus vidas, esos sueños y esas ilusiones reposan en el fondo del océano. En cuanto a sus necesidades, ahora son todavía mayores para sus familias. Y esto conviene tenerlo presente: los que viajaban lo hacían con la misión de ganar lo antes posible un puñado de euros para enviarlo a sus abuelos, padres, parejas e hijos que dejaron en África. De manera, que allá, el día que sepan lo que pasó, llorarán por las muertes y porque su miseria es todavía mayor.
Pues bien: en ese velatorio donde compartimos sentimientos no se ha visto al presidente del Gobierno de España, como tampoco -y no está de más decirlo- a miembro alguno de la Familia Real. Pero es que Sánchez, que tiene competencias directas en materia migratoria, ni siquiera ha descolgado el teléfono -al menos hasta la tarde de este domingo, en que se redactaron estas líneas- para trasladar sus condolencias y sumarse a la reflexión de qué se puede hacer para evitar más episodios de este tipo. Tampoco hay constancia de mensaje alguno.
Doy por hecho que anda muy ocupado y que el viaje a Nueva York a la asamblea de Naciones Unidas, con escala en la vuelta en San Sebastián para agasajar a Pedro Almodóvar, fueron agotadores. Pero por un telefonazo y un mensaje de Whatsapp no hay constancia de que se hernie alguien.
Por cierto, Sánchez escribió en el primero de sus libros: «El haber salvado la vida a las 630 personas del 'Aquarius' hace que valga la pena dedicarse a la política». Aquello fue en 2018... se ve que ha llovido demasiado.
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