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Vea la portada de CANARIAS7 de este miércoles 18 de septiembre

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Ante todo, feliz Día de Canarias, no sé muy bien por qué, ya que cada año hacemos propósitos de esto y lo otro y seguimos en la misma danza de siempre. Vistos los resultados en Canarias, hay diversas combinaciones posibles, aunque alguna está más clara que otras. No voy a hacer análisis ni cuentas, que de eso ya estamos saciados, pero lo que sí está claro es que en Canarias la voluntad popular se disuelve apenas se cierran los colegios electorales. Bueno, en Canarias y en cualquier lugar donde haya democracia parlamentaria. Si se ajustara el sistema, tal vez los gobiernos se parecerían más a la voluntad mayoritaria. Y acabar con el sistema D'Hont, que siempre favorece a las mayorías. Pero es lo que hay y toca aguantarse, porque no veo cómo sería un sistema más justo, ni me toca hacerlo.

Sí diré que me ha dado cierta tristeza ver cómo Ángel Víctor Torres se puede ver apeado de la Presidencia, después de haber toreado un tsunami de crisis, unas habituales como la guerra y la inflación, y otras inimaginables como la pandemia, el volcán, o los superincendios forestales, lo de los turoperadores, la calima apocalíptica de 2020, además de la llegada de pateras, gana las elecciones, pero los números no dan, salvo carambola imprevista. Tampoco le ha ayudado la política rarita de su jefe en Madrid con respecto a Marruecos, que sigue sin ser explicada, y le ha faltado plantarse frente a Sánchez y pedirle explicaciones claras. Nadie es perfecto, pero hay que reconocerle que, con aciertos y errores, no ha habido un presidente canario que lo haya tenido tan complicado. Pero las urnas las carga el diablo; eso le pasó al mismísimo Churchill, que después de haber sido el pilar del Reino Unido y de los aliados, en condiciones muy difíciles durante la II Guerra Mundial, fue desalojado de su cargo de primer ministro en las siguientes elecciones. Cosas de la política.

Así que no ha dado tiempo a regodearnos con el ascenso de la UD Las Palmas, y para remachar, Pedro Sánchez arrastra de grande el lunes por la mañana y convoca unas elecciones generales sin margen de tiempo. Las contrarreloj se le daban muy bien a Induráin, pero no sé cómo ha cogido la sorpresa al propio PSOE y a los demás partidos, sin tiempo para organizarse, sobre todo ese espacio a la izquierda de Sánchez, que tiene que agruparse antes de 10 días, porque ya empieza la cuenta atrás y los plazos para llegar al 23 de julio. Decían en mi pueblo que la gata que pare aprisa pare los gatos ciegos. Aunque todos digan que están preparados, es obvio que los ha cogido con el paso cambiado, y encima las negociaciones para formar mayorías en los parlamentos, los cabildos y los ayuntamientos se van a producir en la carrera hacia las generales, e interfiere porque una mala jugada puede ser decisiva ese caluroso día de cita en las urnas. Pues si la lluvia no es buena para citas electorales, los calores desaforados propios de los veranos ya en plena degradación por el cambio climático pueden ser un obstáculo importante para la participación. Y las vacaciones. Ah sí, el voto por correo, pero como vote por correo solo una pequeña parte de quienes en esa fecha no van a estar en su urna, el bloqueo de Correos está cantado.

Pero esa tampoco es mi responsabilidad, y aunque trate de disimularlo, a Feijóo lo ha pillado atándose los zapatos. Supongo que pensaba pasarse las próximas semanas calibrando cómo y dónde pactar con Vox y qué va a tener qué ceder; si hay mucho ruido, Su discurso de moderación puede ser muy contradictorio. De manera que, aunque sea

terrible porque nos estamos jugando la ruta de cuatro años importantísimos, buscaré la parte divertida, y tengo la curiosidad de ver cómo Ayuso va a tratar de adelantar por la derecha a Feijóo y la cara que ponen los varones del PSOE. Los nacionalista vascos y catalanes pueden sacar tajada de esta improvisación, si son listos (y lo son), pues se ha producido la paradoja de que, con su perreta antisoberanista contra Bildu con ETA al fondo, el PP ha ayudado a llenar más las urnas de votos en todos los lugares donde hay nacionalismo pata negra. Aquí no, porque solo hay canarismo, insularismo y conchabismo, pero nacionalismo no, y eso lo ha dejado claro Ana Oramas en el Congreso una y otra vez con su acciones.

Y encima le fastidian las vacaciones mallorquinas al rey, que tiene que quedarse en Zarzuela para realizar las consultas con los líderes de las fuerzas políticas. Es que me da la impresión de que Pedro Sánchez se levantó el lunes con la idea de «¿quieren elecciones generales? Pues toma arroz, Catalina». Lo de la presidencia europea de España, la inflación, la sequía, el disparate sanitario y la mili de la Princesa de Asturias quedan en segundo plano y Sánchez, mientras lo comunicaba desde las columnatas de Moncloa debía estar pensando aquello de «¡Muera Sansón con todos los filisteos!». Pues eso, ¡sálvese quien pueda!

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