El Pirata Padilla, héroe nacional
Salió hombros y aclamado por todos de la Monumental pamplonesa el pasado viernes. Como un héroe. ¿Su logro?, matar. Una vez más. El Pirata se hace llamar desde que perdió un ojo en otra de sus escabechinas. Pero merece la pena. La fama y el dinero que se agencia por ello le sería inalcanzable eligiendo una vida diferente. También tuvo suerte de nacer en tierras castellanas, porque en casi cualquier otro país europeo sus torturas lo llevarían a prisión. Pero esto es España y él es Juan José Padilla, torero y héroe nacional. Dicen que es una hermosa batalla entre el hombre y la fiera, pero no es así. Aquí siempre hay un mismo derrotado y la única duda es si el vencedor acabará más o menos lastimado.
La del pasado viernes en Navarra fue la última infamia de este mercenario que ondea la bandera franquista ante el júbilo de la plaza (lo hizo en Jaén el pasado año) y luce sus heridas de guerra con un orgullo injustificado. Como si sus marcas fueran inevitable consecuencia de la lucha contra el mal. Pero él, junto a sus compañeros de profesión, es la personificación que encarna la parca ajusticiadora de indefensos rivales que no han elegido enemigo y expiran sin remedio ante las humillaciones del torero. Su último y grotesco espectáculo fue hace diez días en Ávila cuando un miura le desprendió parte del cuero cabelludo. Y así, entre el parche en el ojo, la cabeza deformada y sus patillas de hacha, el aspecto del Ciclón de Jerez -otro de sus ridículos apelativos- inspiraba mayor terror que la última fiera a la que le dio impecable cuenta con su falsa gallardía. El Pirata ya no seguirá matando, se retira entre millones y honores tras una larga trayectoria de maltrato. Pero tendrá sucesor, como no, y compañeros de juerga que tratarán de imitar a la referencia. A aquel al que ningún revolcón consiguió frenar sus ansias de fama y reconocimiento.
Por suerte, cada vez son menos las ciudades que permiten este mal denominado arte. Precisamente esa desafección de muchos a la bandera se debe a lo que representan sus colores. Entre otras cosas, ser el país del toro. Del toro muerto. Los despistados turistas que acceden a las plazas terminan horrorizados. No existe nada igual en la mayoría de estados desarrollados. Pero ya saben, Spain is different, y aquí nuestro ídolo es el Pirata Padilla. Héroe nacional.
