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El ‘clavijismo’ (y su caso Grúas)

El ‘clavijismo’ (y su caso Grúas)

Miércoles, 15 de julio 2020, 03:54

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El clavijismo ha puesto en marcha, otra vez, el ventilador. Es la reacción primaria ante el caso Grúas que pesa sobre Fernando Clavijo. Y la táctica al uso de la casa clavijista es la de siempre: forzar expedientes administrativos que podrán tener errores (o no); basta con darse un paseo como ciudadano por cualquier administración municipal, autonómica o estatal y se quedarán como el rostro del cuadro El grito de Munch. El clavijismo ataca todo aquello que sobresale o, dicho de otra forma, que compita con la hegemonía tradicional a la que estaba acostumbrada ATI desde 1993. Y digo ATI precisamente porque un nacionalismo regionalizador, de verdad, no se prestaría a estas cosas que solo responden a las usanzas del viejo poder que se resiste a perderlo.

Si van contra Ángel Victor Torres es porque demoscópicamente se atisba que puede ser el próximo presidente del Gobierno de Canarias. Y lo hacen contra él al igual que antes lo hicieron frente a Antonio Morales. Incluso, al clavijismo le vale cualquier rescoldo o disidencia interna de los otros partidos en Gran Canaria que sirva como muleta para torpedear la confluencia de progreso que han protagonizado Morales y Torres en el Cabildo. Da igual que sea el macizo de Amurga, el Gran Canaria Arena o los baifos sin papeles en regla que transitan por la cumbre. Todo vale para ese miedo que padece Fernando Clavijo que es, en realidad, fruto exclusivo de sus propias acciones. Y en vez de encararlas apuesta por enmarañar al que se tercie en su camino: fiscales, magistradas, la oposición o su propio partido. Lo que haga falta. Él y unos pocos que riegan el oído del césar se atrincheran en el búnker de la pérdida de credibilidad.

Clavijo está imputado por tres delitos relacionados con la corrupción: prevaricación, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Puede haber cárcel para Clavijo al aplicarse el concurso de delitos, aunque la jueza Celia Blanco no fuese tan incisiva en el interrogatorio como la fiscal Anticorrupción María Farnés.

Puede que Fernando Bañolas consiga anticipar que los demás partidos se sumen para evitar, a toda costa, sea por acción u omisión, que Clavijo sea nombrado senador por designación autonómica para que recupere su aforamiento ante el Tribunal Supremo (TS) y su abogado galáctico, José Antonio Choclán, pueda desenvolverse por Madrid. Es verdad que su candidatura puede salir airosa con los propios escaños de CC. ¿Y si el resto por dignidad democrática e institucional presentan una alternativa? Perdería Clavijo. Nadie admitirá que el Parlamento permita que Clavijo se convierta en otro Miguel Zerolo. Y para que dentro de unos años se pronuncie el TS, mejor será que lo haga antes la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Si hay indulgencia de la jueza Blanco sugerida desde arriba, habrá segunda instancia que determine el desenlace del caso Grúas. La sociedad canaria no tolerará una zerolada al Senado a favor de Clavijo. Con el caso Las Teresitas fue bastante. Que Clavijo deje de rebuscar en Gran Canaria y dé la cara por las responsabilidades de sus acciones, sin entrar de madrugada a escondidas en el juzgado.

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