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Detrás de las noticias, corazón

Detrás de las noticias, corazón

«Querer, como se ha conseguido, que CANARIAS7 sean ustedes por prestarnos sus ojos, preocupaciones e inquietudes. Por los que estuvieron, por los que vendrán, por los que son ahora. Por los que nos leyeron, por los que nos leerán, por los que nos leen»

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 10 de noviembre 2022

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Los periodistas, las personas, están de paso. Sobrevive la mancheta, el CANARIAS7 que, con distintos diseños y tipografías, lleva metido en las casas de las islas cuarenta años y, desde hace mucho menos, por aquello de la era digital, se puede leer, igualmente, en Milwaukee, Kuala Lumpur, Nairobi, Colombo, San Petesburgo, Cochabamba o la Polinesia. No hay ya fronteras y puede que, tampoco, el romanticismo que siempre se asoció a esta profesión. Tampoco viene a cuento hacerle perder su tiempo con deliberaciones propias a cuenta del cambio tecnológico, la modernización y su largo etcétera.

Me piden que escriba de alguna noticia de impacto, sobre acontecimientos que marcaron épocas recientes, las que pudimos vivir en la redacción los que hacemos este suplemento por la efeméride que otros no han podido alcanzar. Que haga memoria, reflexione acerca de una imagen inolvidable, un día de los que quedan en el calendario. Que lo lleve, si deseo, al ámbito deportivo más próximo en el que específicamente me dediqué a contar cosas.

Un gol de Orlando Suárez, aquella canasta de Berni Hernández, los tiempos irrepetibles del Cadagua Gáldar, cuando Rafa Cabrera o Carla Suárez anunciaban que iban para figuras y así podría seguir recitando protagonistas y equipos. Igual que me puse en el cambio de siglo podría seguir con los David Silva, Jonathan Viera, Santi Aldama, Marta Mangué, Dani Sarmiento, ese Rocasa campeonísimo, la vuelta del gran Guaguas, Juan Espino y su pica en la UFC...

No viene al caso. Me van a permitir la licencia de que titulares, reportajes y exclusivas dejen de ser noticia por un momento y sí lo sea el componente humano y profesional que las hizo posibles. Se necesitaría un listín interminable, seguro que aburridísimo para quienes son ajenos a la trascendencia de esos nombres y apellidos, para no olvidar a nadie.

No voy a la enumeración. Me quedo en la esencia, en el compromiso que es el gran legado de media vida consagrada a la información, al rigor, al ejercicio puro de dar eco a lo que ha sido relevante para la sociedad, elección no siempre fácil, más a menudo discutida.

Porque detrás de las noticias hay brazos, manos y corazón. Frecuentemente, el mejor de los propósitos, esa vocación de servicio que supone un dogma sagrado cada vez que se acaricia un teclado y hay una página esperando. Ahí quería llegar, al perfeccionismo como ejercicio cotidiano, a la preocupación por el rigor, al mimo por cuidar los detalles, ese afán de dar la mejor forma a todo y aportar, el deseo limpio de respetar la verdad, indagar cuando fue preciso, parar para no traspasar líneas rojas. No siempre hay faenas redondas, con jornadas mejores, peores y prescindibles. Pero lo que predomina, por aplastante mayoría, es la reverencia al lector tratando de poner encima de la mesa lo mejor de cada casa.

Lejos de caer en la melancolía facilona de mirar atrás con nostalgia, una dulce amnesia siempre interesada, que tiende a exagerar lo bueno y ocultar lo malo, el desafío del presente que es hoy y del futuro que es mañana impone en la rutina de nuestro oficio, que tiene sentido por llegar a las calles, a los bares, a los pueblos y ciudades, a cualquier rincón que demande información y necesidad de saber.

Los periódicos siguen vertebrando, mantienen cierto imán y la fragancia de la credibilidad. Antes, lo que no salía en las páginas no existía. Ahora se ha matizado esa diferenciación, pero la potencia de sus altavoces y la valía de lo que aportan sigue poniéndolos en un escalón de imprescindible necesidad democrática. Medir un país por sus medios de comunicación y la diversidad que proporcionan resulta un termómetro que rara vez falla. Conviene, definitivamente.

Si es un orgullo (y privilegio) hacer lo que a uno le gusta, ir al puesto de trabajo convencido de que justifica la razón de ser y existir, también lo ha sido y es pertenecer al grupo de gente que a diario intenta merecer su tiempo. Porque, lo saben, el tiempo corre y no vuelve. Cuarenta años atrás seguro que en los talleres de entonces latía el mismo empeño. Querer, como se ha conseguido, que en realidad CANARIAS7 sean ustedes por prestarnos sus ojos, preocupaciones e inquietudes. Mérito de todos, mérito de muchos. Por los que estuvieron, por los que vendrán, por los que son ahora. Por los que nos leyeron, por los que nos leerán, por los que nos leen ahora.

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