Desidia con toque otoñal
Frecuencia modulada ·
Las administraciones canarias están a la espera de que Madrid despierte de su larga siestaLa pandemia se ha convertido en un hogar ideal para los perezosos, el refugio perfecto para disculpar todo lo que no se hace por puro gandulismo. En pantalones cortos y cholas, las horas pasan para algunos como si siguieran de vacaciones, mientras los de siempre se aferran a la pala y el pico, a seguir cavando en el desierto. ¿Para qué ducharse si estamos semi confinados?, ¿por qué esmerarse en sacar rápido y bien el proyecto si la administración continúa dando cabezadas?, ¿por qué no seguir otra temporadita más con el presupuesto de Montoro de hace tres años si soy incapaz de pactar unas cuentas nuevas en tiempo y forma? Algunos prefieren vivir en un eterno verano. ¡Parece que toca desidia también este del otoño!
Y es que el sopor veraniego que inunda a parte de los gestores públicos parece ser otros de los efectos colaterales, quizás el más perverso, de la segunda ola del virus. Mientras el sector privado se afana en tirar del burro, los gobernantes continúan enredados en esos diálogos de besugos que pueblan las sobremesas de agosto. Que si sondeo a Ciudadanos, que si libero a los presos del procés para atraer a ERC, que si pido a la oposición un acto de fe ante unas cuentas invisibles...Nada como hablar de la nada para que el Gobierno de Sánchez justifique su inacción para presentar e intentar aprobar sus primeros presupuestos.
Las cuentas anuales de un ejecutivo se consideran la foto más nítida de la política que se pretende aplicar. Sin decisiones sobre dónde se gasta el dinero y dónde se recorta, sobre cómo se cubren con ingresos esas necesidades prioritarias, es imposible cambiar las cosas. Sin embargo, esa ley básica de la gestión pública parece importar bien poco al Gobierno del PSOE que continúa con los pies en remojo en la playa, sin poner sobre la mesa una propuesta que al menos convenza a sus socios de investidura. ¿No es momento ya, casi a finales de septiembre, de cerrar la sombrilla, recoger la toalla y ponerse el mono de trabajo?
De forma inevitable, esa cansina desidia con que el Estado parece afrontar el otoño empieza a contagiar al resto de las administraciones que están a la espera de que Madrid despierte de su larga siesta. Sin presupuestos estatales, difícilmente podrá Canarias diseñar unas cuentas para 2021 fiables, un mal que también tiene efecto dominó sobre cabildos y ayuntamientos que sueñan con Montero para salir de su propio letargo. Esperemos que bajen pronto las temperaturas y el frío active más de una mente.