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Defender Gran Canaria

Sábado, 9 de diciembre 2017, 09:02

No conozco el mundo de las obsesiones de Antonio Morales, pero si algo le preocupa en exceso no es precisamente Tenerife ni los tinerfeños, sino Clavijo y sus políticas. El PP, y María Australia Navarro, en concreto, se equivocan al señalar a Morales como insularista. El ahora presidente del Cabildo tiene sus cosas, algunas peores que otras, pero no precisamente peca de eso, más bien de lo contrario.

Es un nacionalista convencido, además de tener un talante progresista, nada talibán, moderado, contenido, en el fondo y en las formas. Es desde esas claves desde las que Morales pide a un Gobierno de supuestos nacionalistas que lo sean, que contemplen a Canarias en su conjunto y que distribuya el dinero de todos con equidad, al margen de los intereses políticos que mueven los presupuestos y las políticas generales de ese gobierno dominado por ATI.

Nadie podría discutir que los gobiernos, sean del color que sean, deben regirse por el interés general. Ya sé que este principio no se cumple nunca, o casi nunca, aunque a nuestros políticos se les llene la boca con esos argumentos y aquí pronuncien la palabra «Canarias» como un todo, cuando en realidad están pensando en una parte.

Este es el núcleo de la crítica de Antonio Morales. Siento desilusionar a algunos grancanarios, y al propio Morales, pero creo que ni tan siquiera es la defensa de Gran Canaria lo que mueve al presidente del Cabildo. Los que ven en él un líder con timple en mano entonando el himno de Sindo Saavedra o de Néstor Álamo y enredado en la bandera azul y amarilla están equivocados. Al presidente del Cabildo le preocupa Gran Canaria, en la medida en la que no tiene quien defienda dentro del Gobierno, ni fuera del mismo, los intereses de los grancanarios en ese maldito damero del equilibrio insularista inventado por las Agrupaciones Independientes de Canarias, al que han sucumbido partidos de identidad nacional y regional, de la izquierda y de la derecha.

Y si nos colocamos en la realidad, toca defender a Gran Canaria, pero no de Tenerife, sino de ATI. Y este es un debate que no tenemos solo los grancanarios. Los tinerfeños llevan 35 años sufriendo su régimen, los mismos años que otros partidos políticos, bastante representativos, llevan luchando contra una forma de entender la política como un sistema clientelar, caciquil y maniqueo que a quien primero ha perjudicado es a los chicharreros. Sus problemas se han agravado y porque han logrado estigmatizar a la isla frente al resto de Canarias.

Digo que toca defender a Gran Canaria de ATI, exactamente cómo defienden en Coalición Canaria cada uno de sus feudos, porque ese es el principio de organización del partido que hoy gobierna Canarias. Los palmeros sacan tajada de su apoyo a ATI, de la misma manera que lo hace Marcial Morales en Fuerteventura o Belén Allende desde El Hierro. Si Antonio Morales y su partido fuese una fuerza más dentro de CC no estaríamos hablando de este asunto. NC pondría sobre la mesa sus avales electorales y Gran Canaria saldría ganando. Tendríamos, incluso, la presidencia del Gobierno. Pero en eso no creen Antonio Morales, ni Román Rodríguez, que si por algo se han distinguido es por mantener el proyecto nacionalista intacto, es decir, aquel que se ocupa de Canarias en su conjunto, como pueblo y no convierte la política en una subasta de poder entre islas.

En eso no creen y por eso han dicho muchas veces «no» a formar parte de CC, aunque la tentación sea grande y las ventajas muchas. La última vez no hace muchos días. Las encuestas privadas que maneja Coalición Canaria preocupan a Fernando Clavijo y su entorno. Pueden perder de dos a tres diputados regionales y en Tenerife. Por primera vez ven peligrar seriamente ayuntamientos claves como el de Santa Cruz, La Laguna o el propio Cabildo de Tenerife. Nadie está logrando parar la caída de votos, sobre todo en Tenerife, y el liderazgo de Clavijo está muy en veremos, aunque reconocen que, por el momento, no hay otro.

El acercamiento a otras fuerzas políticas es una de las estrategias que pagan con dinero público, como lo hacen en Gran Canaria con Onalia Bueno, que ya acude a las reuniones de cargos de CC, o con el alcalde de San Mateo y con Nueva Canarias, que de nuevo ha dicho que no. Hay muchos nacionalistas de un lado y de otro que esperan que, tarde o temprano, se dé la confluencia, pero el problema sigue siendo el mismo que hace diez años, ATI lo quiere todo e impone su voluntad y sus políticas, ahora mucho más radicalizadas hacia la derecha.

En el otro extremo hay que entender que para el PP definir a sus enemigos es complicado, sobre todo después de declarar la guerra a Coalición Canaria y ver cómo el PSOE trata de ocupar su silla en la mesa de ATI. En Gran Canaria el partido está apagado, escasamente significado en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, del que Juan José Cardona prácticamente ha desaparecido, y en el Cabildo de Gran Canaria, donde el liderazgo, a pesar de los esfuerzos de los consejeros electos, brilla por su ausencia. Curiosamente, en los ámbitos de poder, especialmente el empresarial, es ATI quien ha aprovechado el cambio de liderazgo en el PP para hacerse con esa parcela importante. Lla idea de defender a Gran Canaria frente a ATI ha perdido fuerza, quizás por los vaivenes a los que somete la política nacional a Asier Antona en relación con Coalición Canaria.

Pero si algo tiene claro el PP de Antona, aunque la guarde para mejor ocasión, es que quien más ha hecho sufrir a su partido es Coalición Canaria y que elecciones vendrán para una marca que tira mucho de la política nacional en la que no le va nada mal.

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