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Decoración de interiores

Jueves, 1 de enero 1970

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Nos hemos acostumbrado a pasar vergüenza ajena por toda la pléyade de políticos profesionales que tenemos que soportar: Casado y sus disparates sobre el «descubrimiento» de América, Vox y los suyos con la guerra de las banderitas y el «a por ellos» contra los catalanes; el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y su juego de «a ver quién es más de derechas»; Pedro Sánchez (PSOE) y su lamento por el «accidente» de que descuartizaran a un periodista árabe, pero manteniendo la venta de armas y las relaciones con «nuestros amigos» de Arabia Saudí; y Pablo Iglesias, de Podemos, aprovechando la firma del acuerdo sobre los presupuestos para lucir palmito en la Moncloa y salir en la foto a toda costa. Así se hace política hoy: a golpe de eslogan, de minutos de oro en la tele o de titulares y fotos sin contenido.

El viernes, nuestros políticos locales decidieron subir la apuesta. Uno de los asuntos que trataron en el pleno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria fue el de la «molestia» de la prostitución en la zona de Arenales. Y lo hicieron, como bien explicó la periodista Teresa García en La Provincia, como si fuera una «actividad clasificada o molesta» más. De hecho, la normativa urbanística, un área bajo el mando de Podemos, impone a los prostíbulos «una distancia de 300 metros de los colegios» y, atención a esto, «150 metros unos de otros», como si fueran farmacias o peluquerías. Sin embargo, ni las personas prostituidas son «trabajadoras», ni los puteros son «clientes», ni quienes llevan prostíbulos son «jefes o jefas» sino proxenetas.

Si un gobierno municipal, formado por fuerzas autodenominadas «de izquierda» y «progresistas» aborda de esta manera el comercio sexual, y la trata y el tráfico de personas relacionados, no queda sino desear que para las próximas elecciones municipales aparezca algún grupo feminista que defienda a las personas prostituidas no solo de los puteros y proxenetas, sino de la clase política que la normaliza como un servicio más, aunque indeseable, en la ciudad.

El fenómeno de la prostitución puede abordarse desde muchos puntos de vista: normativo (abolición-legalización), político, sanitario, ético... Pero en todos ellos los derechos fundamentales de las personas prostituidas deben ser el centro. Que este asunto llegue al pleno municipal y sea tratado y resuelto así demuestra que nuestros políticos solo se preocupan de la estética, y para eso lo mejor es que pronto los enviemos a casa para que se puedan dedicar a la decoración de interiores.

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