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Débil pero viva

Quique del Rosario

Jueves, 1 de enero 1970

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Y al fin llegó el triunfo. Una victoria que se hizo esperar mucho más de la cuenta tras diez jornadas de hambruna, pero que enjuga las penas de un equipo que empieza a sentir un poco de calma tras una tormenta incesante que nos ha llevado al borde del naufragio. Goleó la UD a un Osasuna que llegada lanzado al Gran Canaria, tras una primera parte en la que los amarillos se adelantaron con dos misiles de Fidel que penetraron en el armazón rojillo. Enorme partido el suyo.

Rafa Mir y Álvaro Lemos con otros dos tantos, de bella factura, se sumaron a la fiesta y alejaron por un momento los fantasmas de la desesperanza y los malos augurios de un conjunto que parecía ser víctima de una maldición. Nada le salía bien y parecía condenado a un fracaso del que aún no ha escapado. En el centro del campo se erigió imponente y no sólo por su estatura, de cerca de dos metros, la figura de Gabriel Peñalba. El centrocampista argentino, que disputó su segundo partido completo como titular, dotó de una gran seguridad y sosiego a la sala de máquinas. Liberando a sus compañeros y dando una tranquilidad a la parcela ancha del terreno de juego que hacía mucho tiempo que no se percibía en el equipo insular.

A partir de ahí se comenzó a gestar una victoria que supone mucho más que tres puntos tras el caos en el que hemos vivido desde hace muchas semanas, meses. Enseguida Paco Herrera se dio cuenta de lo que es capaz de aportar Peñalba. Una prolongación del propio técnico dentro del campo. Tras atravesar una grave lesión que cerca estuvo de alejarlo de los terrenos de juego o al menos de la élite, el futbolista mostró determinación y carácter suficiente para sobreponerse a la fatalidad y recuperar una rodilla que parecía haber dicho basta. Ni su edad, 34 años, y que algunos consideran avanzada para el fútbol, pudo minar la moral de un guerrero de raza valiente. Ese carácter combativo e irreductible unido a su calidad y experiencia se ha convertido en un filón para el entrenador barcelonés, que no ha dudado a la hora de darle galones en el equipo. Y Gaby no le ha fallado.

Quizás se le pueda achacar cierta falta de ritmo, normal por otra parte, por la inactividad que ha sufrido. Otros comentan que es lento en sus acciones, pero esas carencias las suple de sobra con su calidad y colocación sobre el rectángulo de juego. También compromiso a raudales. Coincidiendo con sus dos titularidades, Las Palmas ha conseguido sacar un poco la cabeza del pozo.

Sí, ganó la UD Las Palmas y se quitó una losa de varias toneladas de encima. Esa que agarrotaba las piernas y hacía que el balón quemara.

Es solamente un comienzo. Arranca una nueva Liga de 21 partidos para tratar de pelear por un ascenso que aún demasiado lejano. Pero que nadie nos arrebate las ganas de soñar: la UD sigue débil pero viva.

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