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Fidel, del ostracismo al cielo

Fidel, del ostracismo al cielo

El extremo onubense, con una exhibición y dos goles, tira abajo cualquier teoría sobre sus suplencias y demuestra que tiene que ser titular en este equipo. Desbordó y fue un puñal por su banda. Acabó siendo sustituido en el minuto 66.

Jueves, 1 de enero 1970

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Había pasado de puntillas Fidel Chaves por la UD Las Palmas, bien por la renuncia de Manolo Jiménez a jugar por bandas o por las probaturas de Paco Herrera desde que cogió el solar que le dejó el preparador andaluz. Y si nadie se lo podía explicar antes, después de la exhibición que regaló el extremo onubense ayer, todavía se entiende menos que la participación del ex del Almería se viese reducida a fogonazos. A los minutos de la miseria o a partidos en los que, de repente, se vio entre los once titulares.

De manera incomprensible, como todo lo que acontece en la Unión Deportiva desde hace más de dos años, Fidel había alternado el banquillo con la grada. Sus puntuales titularidades, como las que disfrutó ante el Almería o el Tenerife, partidos en los que fue el mejor futbolista de amarillo, no terminaron de convencer a ninguno de los dos entrenadores. Pero, tras el recital que ofreció ante Osasuna, el andaluz mandó un claro mensaje. En una UD mediocre, que se ha visto obligada a preocuparse más por no encajar goles que por perforar redes rivales, Fidel brilló con luz propia y se ganó, por fin, un hueco en el once inicial.

Abrió la lata de un encuentro en el que dominaba claramente Osasuna. Solo una individualidad podía decantar la balanza. Y ahí fue cuando apareció Fidel. Bailó sobre el barro para dejar atrás a dos rivales, orientarse para el disparo y subir el primer tanto amarillo al marcador. Regateó, levantó la cabeza y la puso donde Rubén, meta rojillo, no llegaría en la vida. Lo calculó al milímetro. Su toque, repleto de técnica y rosca, sacó la sonrisa de un Gran Canaria ya acostumbrado a la rendición.

Y, por si todavía alguno en la grada, o en el propio banquillo, apellídese Herrera, tenía dudas sobre su titularidad, lanzó una falta a la mismísima escuadra para subir el segundo al electrónico y firmar su doblete particular. Mandaba la Unión Deportiva y todo era gracias al vendaval de fútbol del onubense, ya que el Osasuna no había hecho menos que Las Palmas en la primera media hora de juego.

Además, con un pase perfecto, regaló un caramelo a Rubén Castro, que no pudo batir al guardameta visitante y se quedó con la miel en los labios. Pero el obsequio ahí estuvo. No solo aportó goles Fidel, sino que fue el corazón de la UD. De hecho, antes de ser sustituido en el minuto 66 por Álvaro Lemos, se despidió de la parroquia amarilla dejando a tres rivales en el camino. Sus quiebros, la perfecta definición de lo que fue Las Palmas ante Osasuna. Y eso fue por culpa de la ambición y el descaro del propio Fidel Chaves.

Apunten su nombre. Los de ayer fueron sus dos primeros goles vestido de amarillo. Y si la UD quiere agarrarse a las opciones que le quedan para pelear por el ascenso, el mejor aval es la desvergüenza de Fidel. No se entenderían más suplencias. Se lo ha ganado con puro fútbol.

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