Crimen
«La reeditada novela de Agustín Espinosa, pervive y sirve para preguntar si ‘no va a acabar nunca este ocaso’»
Gracias a Alexis Ravelo, que ha preparado la reedición que ha hecho Siruela de Crimen, regreso a Agustín Espinosa, agitador del surrealismo en la década de los treinta del siglo pasado en la que Tenerife fue centro mundial de ese movimiento y autor de «la única novela seria surrealista» que se dio en España, como la definió Domingo Pérez Minik.
Publicada en 1934, y en seguida perseguida por pornográfica e irreverente por la Iglesia y por el fascismo que avanzaba por España, como nos ha recordado estos días en El País Juan Cruz, Crimen volverá a escandalizar otra vez, según su editor, por lo que escandalizó por primera vez y por nuevos motivos, porque Espinosa nos despìerta preguntas que hoy tienen contundente vigencia. Y así, retomando sus palabras, a la vista de cómo transitan los tiempos en este país, podemos preguntarnos si acaso los rectores de la cosa pública pretenden protagonizar «el naufragio más largo de los siglos», pues parecen reiterarse en que «no se va a acabar nunca este ocaso».
Cuesta pasar de la magistral literatura a la mundana política al uso en el tiempo presente, pero es que sonroja seguir comprobando cómo se empecinan en mantener en el ocaso la acción pública, abocándonos al naufragio más largo. Por reiterativos esos comportamientos dinamiteros resultan aún más escandalosos. Recién salidos de una repetición electoral, una sentencia, la de los ERE de Andalucía - suma y sigue golfadas-, sirve como disculpa para perpetuar los bloqueos y el inmovilismo. ¡Fórmese gobierno, hagan política de una vez con honorabilidad y destierren el testimonialismo! ¡Preocúpense por los intereses de los ciudadanos cada día, no solo cada cuatro años y asuman las tropelías cometidas! ¡Al menos una disculpa, por el amor de dios!
No hay manera. Unos condenados por la Gürtel, los otros por los ERE y, entre tanto, enredados en la tipificación del delito. Que si los primeros se enriquecieron, que si los segundos crearon una red clientelar para perpetuarse en el poder. Delinquieron los unos y los otros, paguen, pues, las penas, hagan un mínimo acto de contrición y aplíquense en sacarnos de esta parálisis que no parece tener fin, de este cada vez más profundo ocaso. ¿Qué quieren, otras elecciones?
Mientras, una oleada de revueltas ciudadanas, protagonizadas por muchos que se niegan a seguir relegados, recorre el mundo. El ilustre sociólogo y economista Manuel Castells ya ha avisado, la crisis de confianza en los parlamentos, gobiernos, presidentes, partidos políticos ha germinado en movimientos sociales, no articulados, que buscan nuevas formas culturales y que abocan a explosiones sociales. ¿Otro ‘crimen’ social a la vista?
