Confesión en diferido
Del director ·
Bárcenas sigue siendo tesorero... de los secretosTirar de la manta. Con eso amenaza ahora Luis Bárcenas, que de repente se cae del guindo y se da cuenta de que su teórico acuerdo secreto con el Partido Popular no le ha librado de la cárcel. Ni a su mujer.
El hombre que gestionó las finanzas del Partido Popular a nivel nacional fue, sobre todo, tesorero de muchos secretos. Ahora se ofrece a contarlos y es evidente que surge una duda razonable: ¿qué garantía hay de que lo que cuente ahora es lo cierto, porque hasta no hace tanto dejaba fuera de los amaños a Mariano Rajoy? ¿Por qué creerle ahora? El sentido común señala que porque no tiene nada que ganar mintiendo y sí mucho que perder si continúa siendo depositario de unos secretos que no le han librado de estar entre rejas. Pero habrá que verlo, pues el beneficio de la duda hay que concedérselo también a Rajoy y al resto de dirigentes orgánicos y públicos señalados por Bárcenas.
Lo incuestionable es que sobre el PP, sus finanzas y teóricos favores de empresas en forma de donaciones a cambio de contratas públicas sigue habiendo una neblina de sospecha que conviene despejar. El propio PP, el de Pablo Casado, debería ser el primero en hacerlo, pues si a alguien le interesa es a él mismo para aspirar a reconstruir el espacio de centro y de la derecha. Otra cosa es que pueda hacerlo. No parece que Casado sea poseedor de secretos inconfesables pero si repasamos cómo llegó a la presidencia del partido, ahí encontraremos a algunas de las familias señaladas por Bárcenas en su amenaza de confesión.
Añadamos a esto que la oferta de Bárcenas llega cuando quedan varias piezas por resolver judicialmente, incluyendo la de esa bochornosa (presunta de momento, pero sobradamente indiciaria) operación con fondos reservados y agentes policiales para averiguar qué sabía Bárcenas y hacerse con documentación clave.
No pintan, por tanto, demasiado bien las cosas para el PP. Para el antiguo, por supuesto, pero también para el nuevo. Ymenos aún con Vox pisando los talones, pues ambos partidos siguen enredados en una carrera singular por ser la referencia en la bandera anti Pedro Sánchez y anti Pablo Iglesias. Ese concurso tiene ahora su escenario más cercano en Cataluña y ayer vimos otro episodio del duelo en el Congreso, con Sánchez jugando además a meter el dedo en la herida al elogiar el sentido de Estado de Santiago Abascal.
Sorprendente giro, en suma, el que da el guion de Bárcenas y un disgusto para el PP. Serio disgusto.