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Arcadio Suárez

La ciudad que dejó de ser

Ultramar ·

'Aromas de crimen', un paseo con humor corrosivo por la urbe que hubo y de la que queda mucho

Sábado, 24 de abril 2021, 07:01

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Ahora que llevamos más de un año en un virtual cero turístico, algo que a todos nos parecía imposible; que sabemos que más de un centenar de comercios ha cerrado en la zona de La Naval y Juan Rejón, que fuera antaño emporio comercial de una capital bandera turística; cuando se celebra el 130 aniversario del Mercado del Puerto, un edificio de hierro único en Canarias, testigo de la pujanza que la urbe tuvo en el tráfico marítimo y atracción de visitantes foráneos, y Bien de Interés Cultural en un barrio que, aunque no lo crean, además de dotar a la capital de su seña cosmopolita, atesora mucho y singular patrimonio pese a ser condenado históricamente al olvido, Rubén Naranjo, con la segunda entrega, en pocos meses, de la trilogía prometida del sagaz detective Teo Álvarez, 'Aromas de crimen', una novela oscura, bastante negra, como el mismo la subtitula, nos lleva a transitar, a modo de espejo, por la ciudad que fue y dejó de ser, sin que las miserias hayan dejado de existir, porque así lo hemos querido.

Con sarcasmo, ironía, acidez, humor corrosivo y acerada crítica, con guiños a todas las artes, Naranjo, un coñón ilustrado, nos lleva del hoy al ayer regalando conocimiento de esta tierra que entonces cobijó el que fuera el primer centro comercial abierto, 'La Solera de España', y un sinfín de salas de fiestas, night clubs y garitos varios que hacían interminables las noches, hasta que la emigración turística al sur condenó a la agonía a esta zona portuaria y convirtió los áridos paisajes sureños en una especie de Disneylandía del sol y playas.

Tiempo que fue de oportunidades y que sirvió de paraguas a un paisanaje sin par, en el que hacían fortuna o sobrevivían sin más hacendados que seguían engordando económicamente o 'lustrosos' miembros del lumpenproletariado que gastaban lo primero que cogían sin arrepentirse nunca. Era época en la que un delito de sangre llenaba páginas de periódicos durante días y semanas, al contrario que hoy en que se banalizan las muertes reduciéndolas a meras estadísticas, aunque sigue imponiéndose el relato del 'terror', en este caso el de la política y todas las miserias que sus protagonistas aventan.

De manera directa, sin circunloquios, sin pretensiones, quien no sea vea retratado en alguna de las paginas de 'Aromas de crimen', al menos en un episodio de su vida, miente. Y lo hará con una sonrisa en sus labios. Buena razón para su lectura y redescubrir la ciudad que fue y dejó de ser, aunque aún queda bastante.

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