Regiones y Europa: una alianza que define nuestro destino común

La CALRE impulsa la cooperación entre parlamentos regionales, defendiendo el principio de subsidiariedad y promoviendo la participación regional en la construcción de Europa, garantizando así que las decisiones se tomen lo más cerca posible de los ciudadanos.

Y es que vivimos tiempos en los que el trabajo conjunto entre nuestras asambleas legislativas es más esencial que nunca. Las regiones enfrentamos desafíos que requieren visión, diálogo y soluciones compartidas. Desde nuestra diversidad, encontramos una riqueza de experiencias que nos permiten construir un futuro más sólido y representativo para los ciudadanos a los que servimos.

Cuando asumí la presidencia de la CALRE, lo hice bajo el convencimiento de que no sólo es una red de cooperación entre 69 asambleas legislativas y parlamentos regionales. Mi propósito es que nos convirtamos, junto con el Comité Europeo de las Regiones (CDR), en una plataforma esencial para canalizar las aspiraciones de nuestras regiones hacia una Europa más democrática, fuerte, segura y competitiva.

Permítanme que aproveche este espacio para agradecerle al vicepresidente primero del CDR, Juan Manuel Moreno, presidente también de la Junta de Andalucía, su disposición a trabajar conjuntamente para reforzar la defensa de las singularidades y prioridades de nuestros territorios, fomentando así una Europa más inclusiva y respetuosa con la diversidad regional.

De los puntos debatidos en el encuentro, quiero destacar uno especialmente por la importancia y la repercusión que va a tener en la construcción de la Europa del futuro: el próximo Marco Financiero Plurianual 2028-2034 que se está tramitando actualmente en la Comisión Europea.

Los presidentes de las asambleas legislativas y los parlamentos regionales entendemos que Europa se construye desde las regiones y, por tanto, queremos participar en este documento de suma importancia. Por esta razón, hemos acordado la elaboración de un manifiesto común que refleje nuestras inquietudes, prioridades y reivindicaciones, donde cada perspectiva regional esté representada.

Y es que la Unión Europea no es solo un mercado común o una unión económica; es también un proyecto de integración que busca reducir las disparidades entre sus regiones, garantizando oportunidades equitativas para todos sus ciudadanos.

En este sentido, las políticas de cohesión y subsidiariedad desempeñan un papel crucial en este proceso, permitiendo que las regiones menos desarrolladas accedan a recursos para impulsar su crecimiento y fortaleciendo la autonomía de los gobiernos locales en la toma de decisiones.

De ahí que defendamos que estas políticas sigan siendo una prioridad, con recursos suficientes y mecanismos de gestión más flexibles y adaptados a la realidad local, especialmente en las regiones más alejadas y aisladas, como las regiones ultraperiféricas, aplicando plenamente las disposiciones del artículo 349 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

Asimismo, este futuro documento también recogerá aspectos relacionados con el sector primario, la conectividad y el transporte o la migración, entre otros.

En definitiva, ya hemos sentado las bases para que las regiones sean escuchadas en las decisiones estratégicas en el marco europeo. Somos quiénes mejor conocemos nuestras necesidades y potencialidades; por ello, tenemos que ser actores activos en el diseño e implementación de las políticas europeas.

Solo así lograremos una Unión Europea más cercana a la ciudadanía, capaz de responder a sus necesidades y de construir un futuro más justo y próspero para todos.

Como presidenta de la CALRE, me comprometo a defender estos principios ante las instituciones europeas y a trabajar para que las regiones sean protagonistas de este nuevo impulso. Porque el futuro de Europa se construye desde la diversidad y la cooperación, y las regiones estamos listas para liderar ese camino.