El reto de dormir ocho horas
Parece que el trastorno del sueño se encuentra entre las patologías habituales consecuencia del confinamiento. Estar encerrado provoca tal distorsión en nuestra naturaleza que acabamos perdiendo la noción del tiempo. Entramos en un modo bucle de horas sin lógica, perdidos en la búsqueda de cierta normalidad cuando nada es normal. Vueltas en la cama, vaso de leche caliente, lectura ligera, otras cien ovejas saltando...la mayoría llevamos dos meses con insomnio, mientras los cabildos y ayuntamientos de Canarias se han pasado las últimas 60 noches durmiendo a pierna suelta. Ahora toca despertar de golpe.
Porque el panorama con el que se encontrarán las corporaciones locales tras su dulce sueño no puede ser más desolador. Con casi medio millón de canarios en el paro o en un ERTE, los problemas sociales estructurales del archipiélago se presentan ya como una pesadilla que irá a peor durante los próximos meses. En este periodo de letargo institucional, han sido las ONG quienes han volcado sobre su almohada el peso de la creciente demanda de ayuda. Cáritas, Cruz Roja, el Banco de Alimentos y otras organizaciones no gubernamentales han redoblado sus esfuerzos sin necesidad de despertador mientras las instituciones públicas mantenían sus servicios adormilados con el supuesto teletrabajo. Dicho de otro modo: unos en fase REM con el cerebro trabajando al límite pese a las ojeras, y otros mecidos por los maternales brazos del estado de alarma, en ese sueño profundo donde la presión arterial desciende hasta un 30%. Siempre ha habido clases.
Y para salir de la modorra nada mejor que una ducha de agua helada como la que el Gobierno regional dio a cabildos y ayuntamientos el jueves pasado. El toc-toc del cartero en la puerta y una misiva de Hacienda hace salir a cualquiera de la cama. La caída de ingresos del REF supondrá un recorte de los ingresos de las corporaciones locales del 50%, 600 millones de euros menos este año con los que tendrán afrontar el aluvión de problemas pospandemia. Por eso, con los ojos ya bien abiertos, la Fecam y la Fecai empezarán a analizar desde ya cómo se quitan el pijama.
Esa vuelta a la realidad no será fácil si el Estado continúa impidiendo que los alcaldes usen el dinero que tienen durmiendo el sueño de los justos en los bancos y, sobre todo, si Madrid insiste en dar somníferos a las instituciones más cercanas a los ciudadanos acogotando su deuda. Sánchez pide ayuda a Bruselas, pero se niega a dar a los ayuntamientos las horas de sueño imprescindibles para cumplir con sus competencias. Los expertos aseguran que son ocho al día. Con menos, la sociedad canaria no saldrá indemne de la pesadilla.