El futuro en los cajones
La lógica popular de las relaciones amorosas, esa que apenas tiene que ver con las novelas de Federico Moccia, asegura aquello de que un clavo saca a otro clavo. Lo cierto es que, más allá de los antídotos para corazones fracturados, a la velocidad en la que consumimos información hoy también se le puede adosar el tópico antiromántico.
Las causas importantes, aquellas que requieren de nuestra constancia y vigilancia en una carrera de fondo, también se despeñan por los acantilados de esta frenética sociedad de la información en la que vivimos.
Sucede en Canarias, donde la ausencia generalizada de interés por los asuntos de la agenda de la política autonómica, acelera todavía más nuestro absentismo en las movilizaciones ciudadanas que merecen nuestro grito.
Hoy los medios de comunicación nos comeremos los titulares facturados por el Gobierno de Canarias, y sus aliados presupuestarios, sobre la bajada de impuestos cocinada en la recta final de una legislatura que enfoca ya un año electoral.
Y nos dejamos atrás las grandes reivindicaciones que apenas cuentan con los medios y el dinero público necesario para amplificar sus mensajes, en muchos casos de una importancia capital para el futuro de Canarias.
Apenas generamos ya discusión sobre el futuro democrático de las islas, ahora mismo de los más pobres del mundo, y no convertimos en una exigencia prioritaria la reforma del sistema electoral de la islas. Un fallo de sistema que en las últimas décadas ha protegido las servidumbres políticas que caracterizan a Coalición Canaria. También, entre otros fuegos, dejamos apagar la llama de la defensa de la protección de Agaete sobre la construcción de un macromuelle. Metemos nuestro futuro en los cajones.