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Depresión recurrente, lo que debemos conocer

«La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes entre la población mayor y se asocia con frecuencia a una enfermedad física, con la que puede compartir algunos síntomas y complicar la evolución». Así lo asegura el experto René de Lamar, doctor especialista en Geriatría y Gerontología.

René de Lamar

Domingo, 27 de enero 2019, 18:56

Sin lugar a dudas la depresión mayor tiene una elevada incidencia y prevalencia en los mayores de 65 años, con frecuencia de carácter recidivante, potencialmente crónico y discapacitante con un fuerte impacto negativo sobre la calidad de vida de las persones afectadas que además pueden padecer varias enfermedades médicas complicando el cuadro por lo que en base a tan interesante tema estructuramos el artículo de hoy.

Por lo general, el curso a largo plazo de la depresión unipolar se caracteriza por elevadas tasas de recurrencia y cronicidad con síntomas persistentes a pesar de mantener un adecuado cumplimiento terapéutico.

La evolución natural en duración de un episodio depresivo sin tratamiento se estima aproximadamente en seis meses o más en dependencia de las características de cada paciente.

El retraso en el inicio del tratamiento condiciona la respuesta y las expectativas de éxito de la intervención, así como la evolución posterior del trastorno.

Se estima que entre el 70 al 80% de los pacientes mejoran antes de los dos años, en el resto la evolución es incierta.

¿Cómo se puede definir un trastorno depresivo mayor recurrente? Por la presencia de más de un episodio depresivo mayor a lo largo de la vida, de hecho, el 50-85% de los pacientes que han presentado un único episodio tendrán al menos otro en la evolución, el 70% después de dos episodios y el 90% tras haber sufrido tres episodios previos.

Si bien muchos pacientes con trastorno depresivo mayor muestran un curso episódico y recurrente con recuperación completa interepisódica y un retorno completo al nivel funcional previo a enfermar, aproximadamente en un tercio persisten síntomas residuales (incluyendo síntomas cognitivos y somáticos) o un deterioro respecto al nivel de funcionalidad ocupacional o social previo.

En los inicios del trastorno depresivo mayor, la evolución es poco previsible y esta relacionada con todos los factores implicados en su patogenia (causas que producen el proceso), la vulnerabilidad genética de la persona, la exposición a eventos traumáticos, estresores psicológicos y hábitos de vida poco saludables.

El desajuste emocional y físico que soporta el paciente al tratar de recuperar el equilibrio del sistema nervioso tras la exposición al estrés (se denomina carga alostática) condiciona la cronicidad del trastorno, que representa, en definitiva, un fracaso en la capacidad adaptativa del individuo.

La importancia del diagnóstico precoz es que pretende evitar este desequilibrio y el tratamiento tiene como objetivo devolver los parámetros de la respuesta fisiológica, que se desencadena ante la exposición a situaciones de estrés para el organismo a la normalidad, cuando antes, mejor.

Se considera el trastorno depresivo mayor como de naturaleza episódica y recurrente, donde en los primeros episódicos, la concurrencia de estrés o acontecimientos vitales son factores determinantes de recurrencia y es a partir del tercer episodio cuando son los propios episodios el factor de riesgo de sucesivas recurrencias, de ahí la importancia de una intervención y seguimiento eficaces.

¿Cuáles son los factores de riesgo para recurrencia de la depresión? En primer lugar, el número de episodios depresivos previos, sobre todo tres o más y la presencia de un cuadro depresivo el año anterior.

En segundo lugar, la existencia de síntomas residuales después de una depresión adecuadamente tratada durante el tiempo necesario.

En tercer lugar, episodios previos de larga duración o graves de inicio temprano, menos de 65 años o tardío, más de 60 años.

En cuarto lugar, comorbilidades físicas o psiquiátricas entre las que se encuentran el trastorno distímico o de ansiedad y el uso de sustancias de diversa índole.

En quinto lugar, la mala o deficitaria adherencia al tratamiento, la aparición de recaídas o recurrencia tras suspender el tratamiento psicofarmacológico.

Y en sexto y último lugar la exposición a estresores psicosociales en individuos vulnerables como el desempleo, problemas económicos, legales, familiares, laborales o fallecimiento de personas allegadas.

Según comités de expertos el porcentaje de recurrencias en 15 meses puede llegar al 76% en personas que mantienen síntomas residuales.

La identificación precoz de pacientes en riesgo de recaídas o recurrencias con trastorno depresivo es muy importante a la hora de diseñar en tipo de tratamiento y la duración del mismo.

Lo adecuado para establecer un plan terapéutico ante la aparición de un nuevo episodio depresivo en personas con antecedentes de haber padecido uno o más episodios depresivos previos es analizar la presencia de comorbilidades, los tratamientos en curso tanto psicofarmacológicos como no psiquiátricos y la presencia de estresores psicosociales, así como la historia de tratamientos previos considerando la tolerabilidad, aceptación, adherencia y respuesta a estos.

Valorar la opción del paciente e involucrarlo en la elección del tratamiento con una explicación detallada y de fácil comprensión maximizara la adherencia.

Fomentar hábitos saludables y la práctica de actividad física como parte del tratamiento en adultos mayores con episodio depresivo y estilo de vida sedentario puede ser de gran utilidad.

Como elemento muy importante que se debe conocer es la discontinuación del tratamiento prolongado, que siempre deber ser gradual, con reducciones paulatinas de dosis a largo plazo de periodos de como mínimo uno a tres meses.

El cese abrupto del tratamiento antidepresivo tras un periodo de uso prolongado puede conducir a la aparición de un síndrome de retirada que puede incluir síntomas pseudogripales, visión borrosa, mareos, insomnio, temblores e inquietud entre otros,

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